Las cosas que nos gustan no siempre salen a nuestra manera. A veces al destino le gusta "remodelar" el futuro una y otra vez, como a los niños cuando les gusta hacer figuras de plastilina. Ellos se encargan de aprender transformando un trozo de plastilina en una figura bonita. Pero el destino no es como los niños, por supuesto: Cuando quiere puede ser cruel y jugarnos malas pasadas, pero cuando no puede ser de fiar.
Por ejemplo, hay gente a la que le gusta las ciencias y hay gente a las que no les gusta, pero las normas son para todos y hay que estudiarlas hasta el Bachiller. Puede que, aunque no se nos de bien, siempre se nos puede quedar algo. Yo, por ejemplo, odio las matemáticas y admito que no soy la mejor, y que tampoco es que me guste estudiarlas, al igual que el resto de personas a las que no les guste, pero tengo que hacerlo porque es mi deber. Y, aunque no me gusten, reconozco que me ha quedado algo.
¿Qué hacer entonces? ¿Rendirse? ¡¡¡Nunca!!! Lo que hay que hacer es intentarlo hasta conseguirlo. Ya sabemos que algunas cosas son irremediables y lo mejor es rendirse, pero por lo demás no hay que hacerlo hasta conseguir lo que queramos. ¡¡¡Todos podemos!!!
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