domingo, 16 de octubre de 2011

Historia de una adolescente: Capítulo 3-Las mellizas no son tan distintas (2ª parte)

EN LA PARTE ANTERIOR...


-¡Dame el brik! ¡De mayor a menor, guapa!

-Para echar la leche no hay orden, simplemente es el que primero coge el brik, y lo he cogido yo primero. Y tú se supone que tienes que esperar.

[...]

-Señorita Vega, ¿por qué ha llegado tarde?

-Señorita, fui por un camino contrario al corto.

[...]


-Felicity, sé lo que ha ocurrido en clase, y tanto la señorita Bennett, como Melisa y como los demás, no han sido nada justos.

-¡Al rábano todo el mundo! Ya que no quieren saber nada de mí, pues yo tampoco quiero saber nada de ellos. Estamos en paz.

-¿Qué quieres decir con eso, Felicity?

[...]


-Eso es horrible. Desde luego, hay que detenerla. Se lo comunicaré a Sheila y a Ella. ¿Hace falta que se lo comunique a Melisa?

-¡Por supuesto que hace falta! ¡Melisa es la hermana melliza de Felicity y ella es la clave principal para que las aguas vuelvan a su cauce!

[...]


-Pero veo a tanta gente con tantos amigos... Y, hablando de amistades, creo que deberías vigilar más a tus amigas: Aunque no lo parezca, están tramando algo muy malo a tus espaldas.

-Nunca me harían eso.

-Uno: Las apariencias engañan; y dos: la gente cambia, unos para mejor y otros para peor: En el caso de tus amigas, te están engañando y están cambiando a peor.


-Ve al grano, Val. ¿Qué han dicho mis amigas de mí?

-Felicity, por desgracia he oído hablar a Ciara y a Alex vía móvil diciendo que mejor que te fueras de aquí, no eres más que un estorbo monstruoso e infantil, tanto para ellas como para Ella y Sheila. Por no hablar de Melisa, que me ha dicho que tú eras la peor hermana melliza que haya podido tener en vida. Sé que es duro, Felicity, pero yo que tú me iría para siempre, echara de menos mi antigua vida o no.

[...]

-Te echaré muchísimo de menos: Has sido mi gran inspiración para el ballet, y no me puedo creer que te vayas...ahora mi inspiración morirá.

[...]

Queridísimos mamá y papá:


Si preguntáis por mí, estaré en algún otro sitio en el que la gente me aprecie mejor: Me siento despreciada en esta zona. Necesito abrirme a otros lugares si quiero reconocerme a mí misma y estar a gusto. Os llamaré cuando llegue a mi destino. 


Besos,  
            Felicity.


-¿A dónde vas y qué crees que haces?

-Me voy muy lejos de aquí, donde la gente me aprecie, donde me sienta a gusto y donde pueda ser yo misma, aquí no me reconozco. Ah, y no me pidas muchos detalles, porque no te los voy a contar, y tampoco es que tenga mucho tiempo.

-¿Qué mosca te ha picado, hermana? ¡Si se enteran mamá y papá, ¿qué va a ser de nuestra familia?! ¡¿Y qué va a ser de mí si tú no estás?!

-Buen intento al hacerte la inocente, Melisa, pero no va a colar por nada el preocuparte por mí en vano. Estaré mejor en cuanto llegue a mi destino.

-¿Qué te ha pasado con nosotras, por cierto? ¿Estás enfadada?

-Valerie me ha dicho que habéis hablado mal de mí a mis espaldas. A mí no me extraña nada que lo hagas, evidentemente porque me odias profundamente, pero las demás me han decepcionado. Creí que erais más justas.

-Valerie te ha lavado el cerebro, Felicity, sal ya de la jaula.

-¿Y si no quiero? ¡Por lo menos Valerie es mejor que tú!

-¿Me comparas con una egocéntrica que se cree que tiene la varita mágica y el mundo a sus pies?

-La verdad, es que sí.

[...]

LAS MELLIZAS NO SON TAN DISTINTAS (2ª PARTE)

A la mañana siguiente, dejé un gran vacío en la familia: La policía se había presentado en mi casa. Mi madre lloraba desconsoladamente, mi padre la estaba consolando y mi hermana estaba confusa.

-Intenté impedirlo-les explicó Melisa a mis padres, balbuciendo-. ¡Os lo juro!

-Melisa, te creemos-le dijo mi padre-. Nunca has sido mentirosa.

Tengo que admitir que mi rollimelliza nunca fue, nunca es y nunca será mentirosa. Eso es algo muy bueno que habita en su corazón y algo que admiro.

Entretanto, las otras también estaban desencajadas: Ciara metía la pata en cada paso de ballet cuando ensayaba en casa y fallaba cada nota con el violín; Ella dibujaba pésimamente cada lámina de su bloc de dibujo (aunque fuera tan despistada como yo, tenía un buen don: el don del dibujo); Sheila no se concentraba mucho en la naturaleza, vagamente hablaba sobre ella; y Alex apenas salía a correr y estaba decepcionando un poquito a su entrenador. En resumen, estaban hundidas, lo que Valerie quería y había conseguido de un simple tirón.

-¡Mira qué hundidas están, Jess!-le dijo a su amiga-. Ha sido muy fácil: Ahora ellas sufrirán el dolor que yo he sufrido, o incluso peor.

-Lo que has hecho ha estado mal, Valerie, no me gusta verlas así-se quejó Jessica.

-No seas quejica, fuiste tú la que hiciste mal parte del plan y fui yo quien tuve que tirar del carro por ti-dijo Valerie. Así valoraba a su única amiga, diciéndole que todo lo hacía mal y tratándola como si fuera su esclava. Prosiguió añadiendo-: Ya es hora de que empieces a aplicarte un poquito y que no te pongas en lugar de los demás. Piénsalo: Las infantiles esas se merecían un fuerte dolor desde hace mucho tiempo, cuando ellas empezaron a "atacarme".

No le hagáis caso a Valerie: Nosotras nunca hemos empezado a "atacarla" y todo lo que le dice a su amiga son cosas que nunca se han de transmitir en vida. Las cosas malas (y esto es un consejo que os doy) es mejor que las tratéis como si fueran cosas que no os dieran importancia: Para explicarme mejor, por un oído os entra, por otro os sale. ¡Sin más complicaciones! Aunque yo reconozco que me he tomado muy en serio todo este desastre...

-Valerie, eso fue hace mucho tiempo, cuando...-dijo Jessica, pero Val la interrumpió:

-Ya sé que fue hace tiempo, Jessie, pero que conste que no he empezado yo-Valerie nunca quiere admitir sus errores y acusa a los demás para evitar perder a sus fans y a su única amiga, Jessica.

Justo en ese momento pasó Ciara a hablar con ella:

-Valerie, ¿podrías venir un segundo?-le dijo.

-¿Para qué?-le preguntó Valerie con dureza.

-Mira, Valerie, sigue haciendo preguntas y les diré a tus fans que no eres más que una chica malvada y que has hecho que Felicity se fuera para siempre-le contestó Ciara de mala manera.

Mientras Ciara hablaba con Valerie, Melisa estaba mirando las fotos que nos habíamos hecho con su BlackBerry. Ella, para consolarla, se acercó a Melisa, y también vio todas las fotos. Alex y Sheila se acercaron a ellas para también consolar a la pobre Melisa.

-No fue Valerie la culpable, fui yo-confesó Melisa.

-¡Vamos!-exclamó Ella-. ¡Te conozco desde que empecé 1º de Primaria aquí, y sé que nunca le harías daño a tu hermana! Aunque a veces os peleéis, claro-añadió-. Pero eso es muy frecuente entre hermanos y hermanas.

-No, Ella, en serio, fui muy borde y una estúpida, todo por culpa de mi egocentría y chulería-dijo Melisa-. Y todo por creerme más adulta que Felicity sólo por haber nacido quince minutos antes que ella.

-¿Cómo ha empezado la pelea?-preguntaron Sheila y Alex. Alex y Sheila detestaban las peleas profundamente, pero querían apoyar a Melisa.

-Fue ayer en el desayuno-les contó Melisa-. Estábamos con los cereales y nos faltaba echarles la leche. Felicity había cogido primero el brik, pero yo fui muy egoísta y muy chula, y le pedí que me diera el brik, que yo era la mayor y por eso tenía que ir la primera. Entonces intentó hacerme entrar en razón de que había que esperar, que el que primero cogía el brik era el que primero echaba la leche, pero yo no razoné, así que luego se enfadó y quiso perderme de vista: Ella fue por el camino largo para ir a clase mientras que yo fui por el normal, al que llaman "el camino corto". Lo hizo para perderme de vista. Y ahí fue cuando llegó tarde y se armó el problema, incluso yo me reí de su tardanza. Me siento peor que mal y anoche no pegamos ojo en casa: Mi padre estaba confuso, mi madre lloraba sin parar y yo me sentía culpable de todo aquel lío. Eso fue después de que Valerie se metiera en donde no la llamaran. Me merezco un buen castigo.

-Melisa, ¿por qué lo has hecho?-preguntó Ella, pero eso la hundió aún más, así que respondió con fiereza y derramó unas cuantas lágrimas.

-¡Ella, no me lo recuerdes, por favor!-Y se fue llorando.

Alex fulminó a Ella con la mirada:

-¿Qué?-respondió Ella.

-Café-respondió Alex-. Mira que hacerle esa pregunta a Melisa, y encima con ese tono...

-No, Alex, es una pregunta justa la que ha hecho Ella, y el tono es adecuado para esta ocasión-intervino Ciara, que había llegado en ese preciso instante.

-¿Qué te ha dicho Valerie, Ciara?-le preguntó Sheila.

-La obligué a confesar porque si no le diría a sus fans quién es ella en realidad-respondió Ciara-. Me ha confesado todo lo que necesitaba saber, también la obligué a admitirlo después, y lo hizo, claro. Ya sé que ha estado mal, pero Valerie nunca admite los errores que comete.

-¿Y qué es?-quiso saber Ella.

-Que sólo se metió en ese asunto para hundirnos aún más y que ella fue la que hizo que Felicity se fuera, y que le contó mentiras, las mentiras que nos mencionó Melisa esta mañana-respondió Ciara-. Pero no entiendo por qué Melisa pudo hacerle algo así a Felicity.

-Últimamente no es ella misma, no la reconozco-dijo Alex.

-Yo tampoco-dijo Sheila.

-Yo no lo veo, yo creo que es la misma Melisa de siempre, sólo que ahora se "actualizó", eso es todo-respondió Ciara-. Pero cada uno es como es, yo no hago ningún comentario respecto a eso. No podemos hacer cambiar a los demás: Ellos tienen que cambiar por su cuenta.

Mientras tanto, yo estaba a las afueras de Manchester, cerca de una granja. Un beagle se acercó a saludarme con un ladrido y con un meneo de colita.

-Hola, chiquitín-lo saludé, y lo acaricié-. ¿Cómo te llamas? Eres muy cuco.

Me acerqué a él para comprobar si tenía algún collar con su nombre, y vi que tenía una plaquita con su nombre: Snoopy. Un nombre muy original, sí señor.

Una señora, que supuse que sería la dueña de Snoopy, salió a verme:

-Buenos días, jovencita-me saludó.

-Buenos días, señora. Su perro es precioso-la saludé.

-Gracias, jovencita. Snoopy es muy cariñoso, le encanta la gente y le gusta que lo mimen. Lo cogí en el refugio de animales hace unos años. Al principio era un perro rabioso y mordía, pero finalmente terminó por ser un perro dócil. Normal que se comportara de esa manera, fue un perro maltratado. Tuve que someterlo a un tratamiento y tardó mucho en cambiar de actitud. Pero el esfuerzo merece recompensa.

-Eso es injusto-dije. Entonces me acordé de Sheila y de su amor mutuo hacia los animales-: Pero ha hecho un acto muy bueno. De no ser por usted, seguro que Snoopy seguiría en el refugio con la actitud que tenía al principio.

-Gracias, jovencita-me dijo la señora otra vez. Luego añadió-: Por cierto, me llamo Lydia: Lydia Barker. ¿Y tú, cómo te llamas y qué haces aquí? ¿Dónde están tus padres?

-Me llamo Felicity Vega-respondí-. Estoy aquí por motivos personales. Y mis padres están con mi hermana en Manchester.

Vale, no debí darle esos últimos detalles porque no la conocía de nada y podía levantar ciertas sospechas, pero... ¿qué iba a hacer?

-¿Y qué hacen tus padres en Manchester?-me preguntó la señora Barker.

-Vivimos allí-respondí-. Vivo con ellos y mi hermana. Estoy pasando las vacaciones aquí-mentí piadosamente.

-No lo parece-dijo la señora Barker-. Pasa a mi casa-me invitó.

-Gracias, señora Barker, pero prefiero continuar mi camino hacia la independencia total-rechacé amablemente. Entonces me di cuenta de que había metido la pata otra vez más por culpa de mis despistes.

-¿Independencia total?-preguntó la señora Barker-. ¿Te pasa algo, jovencita?

-En realidad, sí-confesé.

-Pasa a mi casa y cuéntamelo-me invitó la señora Barker.

-Gracias-dije.

Entré en su casa: Era una casa de campo, muy ordenada y elegante, con cuadros pintados al óleo en las paredes del salón, sofás de cuero marrón y fotos sobre la tarima de la chimenea. La casa tenía un pequeño televisor y una pequeña radio. Al otro lado del salón, había un revistero repleto de revistas y periódicos, la mayoría antiguos. Era una casa preciosa, aunque tuviera sus bichos y tuviera que ocultar mi fobia en aquel momento.

La señora Barker me sirvió una taza de té caliente y pastas en la mesa del salón-comedor.

-Aquí tienes una taza de té caliente y unas pastas para acompañar-me ofreció.

-Gracias, señora Barker-dije.

-De nada-dijo la señora Barker-. Toma asiento, Felicity.

Melisa se había ido a llorar al baño de las chicas: Contemplaba mi número de móvil en la lista de contactos de su BlackBerry a su vez mientras susurraba:

-Felicity...¿dónde estarás? He sido muy mala contigo y me merezco un sufrimiento de por vida. No me extraña que me desprecies todos los días, porque yo soy la mala aquí y soy yo la que debería marcharme, no tú. ¡Por favor, vuelve! Ahora voy a llamarte. Dame alguna señal, por favor, ahora que voy a llamarte.

Yo le conté todo a la señora Barker, de principio a fin:

-Y me odia, señora Barker, me odia profundamente. Tenía ganas de que me largara, aunque no lo demostrara-concluí.

-No te odia, Felicity-me dijo la señora Barker-. Tengo más experiencia de la vida que tú, y sé mucho de relaciones fraternales: Yo también tengo una hermana melliza, y cuando éramos jóvenes no nos llevábamos bien porque éramos totalmente opuestas. Mi hermana parecía que no me quería, pero realmente me quería mucho y supe que el odio era una ilusión óptica. No obstante, yo creo que, en el fondo, las mellizas no son tan distintas, aunque a simple vista parezcan totalmente opuestas (en carácter, por supuesto), tienen algo en común. Si buscas en tu corazón, Felicity, podrás hallar qué tenéis en común tu hermana y tú y podrás descubrir que el odio es lo que os está "tapando" la relación fraternal. Realiza una búsqueda y compruébalo.

Intenté realizar una búsqueda y encontré todos los momentos que pasé con Melisa desde que éramos pequeñas hasta ahora: Hubo malos momentos, pero también hubo momentos muy buenos entre las dos. El primero que recordé fue el de nuestro tercer cumpleaños, cuando nos dimos un fuerte abrazo de felicitación; el segundo fue cuando Melisa aprobó un examen de matemáticas en 4º de Primaria y yo lo suspendí (en aquel momento estaba llorando, pero ella me animó diciendo que no había problema, que a la próxima lo haría mejor); el tercero fue cuando hicimos una excursión familiar hasta Birmingham y nos lo habíamos pasado muy bien jugando juntas (teníamos 10 años)...y recordé muchos más momentos en su compañía. Cuando terminé de recordarlos, la señora Barker me preguntó:

-¿Qué has visto?

-Tenemos algo en común, creo que la sensibilidad y el optimismo-respondí-. Conozco a Melisa perfectamente y sé que en el fondo es una persona sensible.

Entonces me llamaron al móvil y contesté:

-¿Diga?

-¿Felicity?-me preguntó Melisa, con un tono de alegría-. ¡Válgame Dios! ¡Estás viva! ¿Dónde estás?

-¿Cómo iba a estar?-pregunté, también con alegría. Entonces comencé a derramar lágrimas.

-¡Creímos que te íbamos a perder! ¿Dónde estás?-me preguntó Melisa.

-Estoy en la avenida Lady Di de las afueras de Manchester-respondí-. ¿Han llamado papá y mamá a la policía?

-Sí, pero ellos no te encontraron por ninguna parte-respondió Melisa-. Oye, siento muchísimo haber sido tan injusta contigo: Fui una egoísta y una chula.

-No importa, Melisa-le dije-. Yo también he sido tonta por no haberte escuchado. Tenías razón: Valerie me  había lavado el cerebro.

-No importa, hermanita. Hay que darle una lección a Valerie, una que no olvidará jamás-dijo Melisa-. Yo he aprendido algo, y es que tener una hermana no es tan malo como pensaba y deja un vacío cuando no está presente. Eres un poco rolli (lo digo con cariño), pero también eres mi melliza: insustituible, única, divertida, optimista, buena bailarina... Y te quiero muchísimo.

-Tú también eres un poco rolli (con cariño), pero eres mi melliza favorita, y la única que tengo: sensata, madura, alegre, también divertida....única e insustituible también, además de incomparable-le dije-. Yo también te quiero, hermanirollimelliza.

-Les diré a mamá, papá y a las chicas que estás bien-dijo Melisa-.Te esperaré en la estación de tren de las afueras de Manchester. ¿En qué parte de las afueras estás?

Le pregunté a la señora Barker el nombre de las afueras. Yo respondí:

-En Owlwood.

-Entonces, ideal coger el tren-dijo Melisa-. Te veo esta tarde. ¡Chao!

-¡Adiós, hermanita!-dije, y colgué el móvil.

La señora Barker me miró con una sonrisa:

-Sí, la juventud da muchas sorpresas hoy en día-me dijo-. Has de aprovecharla, Felicity, estás en la flor de la vida.

-Lo haré-le prometí.

A las seis de la tarde, cuando me llamó Melisa al móvil, recogí las maletas y me despedí de la señora Barker:

-Adiós, señora Barker, gracias por todo y cuídese mucho.

-Adiós, Felicity, cuídate tú también y disfruta de tu juventud-se despidió la señora Barker-. Y de nada-añadió.

Me fui a la estación, toda contenta, y vi a Melisa...¡pero con las otras!

-¡Chicas!-grité.

-¡Felicity!-gritaron.

Nos dimos un abrazo de grupo.


Mi hermana se dirigió a mí y me entregó un regalo:

-No tenías por qué haberme regalado nada-le dije.

-Sí, tenía que compensarte de algún modo por haberte tratado así-me dijo-. Ábrelo, seguro que te gusta.

Abrí el regalo...¡y vi ante mis ojos una BlackBerry rosa! ¡Era una pasada!

-Gracias, Melisa, lo llevo esperando años, ¡y encima es rosa, uno de mis colores favoritos!-dije, y la abracé.

-De nada, para eso estamos-me dijo Melisa.

Las otras se alegraron de que Melisa y yo por fin hiciéramos las paces y que todo volviera a la normalidad. El final fue más alegre: Todas cogimos el tren con destino a Manchester. Cuando llegamos a casa, mis padres castigaron severamente a Melisa, pero yo le prometí que la ayudaría con todas las tareas domésticas que ellos la encomendaron como castigo.

La señorita Bennett me pidió perdón por la actitud que tomó el otro día conmigo, cuando llegué tarde, y les obligó a los demás a pedirme perdón, incluida a Valerie, por supuesto. En resumidas cuentas, las aguas volvieron a su cauce.




(NOTA DE LA AUTORA: Owlwood no existe, es un pueblo ficticio.)
















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