miércoles, 12 de octubre de 2011

Historia de una adolescente: Capítulo 2-Las mellizas no son tan distintas...(1ª parte)

Me llamo Felicity Vega, soy amiga de Ciara, Alex, Sheila y Ella, y la hermana melliza de Melisa. En este segundo capítulo os voy a contar cómo he descubierto que mi hermana, en el fondo, tenía algo en común conmigo. Ya sé que todos los hermanos son diferentes y tienen algunos rasgos en común...pero yo creía que mi hermana no se parecía en nada a mí: Tan áspera, tan seria, tan susceptible...Así es mi hermana rollimelliza, pero en el fondo no es tan rolliza como creía.

Todo empezó como cada mañana: Ambas peleándonos por quién iba a echar primero la leche en los Golden Grahams matutinos.

-¡Dame el brik!-me ordenó Melisa con ímpetu-. ¡De mayor a menor, guapa!

A veces Melisa no era muy madura, simplemente se creía que lo era.

-Para echar la leche no hay orden, simplemente es el que primero coge el brik, y lo he cogido yo primero-intenté ponerle a mi hermana en razón-. Y tú se supone que tienes que esperar.

Ahí fue cuando me pregunté si Ciara y Cynthia (la hermana mayor de Ciara) se llevaban igual de bien cuando Ciara era niña y Cynthia adolescente. Entonces me imaginé a Cynthia y a Ciara queriéndose y respetándose con armonía en el desayuno, pero mi gótica y extraña hermana me despertó de aquella imaginación:

-¡¡Ehhh!!-me gritó-. ¡Tierra llamando a Felicity! ¡Un ovni ha aterrizado en tu planeta!

-Ese ovni eres tú-le espeté-. ¡Por hoy te lo paso por alto y puedes coger la leche tú primero, pero no me vuelvas a hablar ni a meterte conmigo, y mucho menos a estar con las otras! Eres desagradable, codiciosa y cruel conmigo. ¡No hay derecho a esto!

Dejé el brik de leche sobre la mesa, con furia, cogí un yogur azucarado, lo tomé y subí al cuarto de baño a lavarme los dientes, sin dirigirle una sola palabra a mi hermana. Entonces, mientras me lavaba los dientes, me acordé de que había dejado mis Golden Grahams sin leche en el cuenco, pero no me importó: Si Melisa también quiere mis cereales, que los coja. De todas maneras, no tenía mucha hambre.

Llegué al colegio por el camino que creía que era corto, pero que realmente era largo, y llegué tarde.

-Señorita Vega, ¿por qué ha llegado tarde?-me preguntó la señorita Bennett, la profesora de Economía del instituto (que a mí me daba clase de Matemáticas) y mi tutora.

-Lo siento, señorita, lo siento de veras-intenté disculparme. No sabía explicarle a la señorita Bennett el motivo de mi retraso, por tanto intenté evitarlo, pero la señorita Bennett actuó de otra forma distinta, lo cual hizo que yo acabara cayendo en mi propia trampa:

-Le pido el porqué, señorita Vega, no pido que se disculpe. Dígame el porqué y le dejaré tomar asiento. Hasta entonces, estará de pie con su mochila al hombro, y me da igual que se queje que no. ¿Ha entendido?

-Señorita, fui por un camino contrario al corto-le expliqué.

Mientras los demás se reían incluida mi hermana (excepto mis amigas) y yo sufría humillación, la señorita Bennett calificó con desdén mi ruta de hoy:

-Felicity, cariño, a la próxima haz un planning el día anterior para evitar confundirte de camino. ¡Incluso Ella es capaz de hacerlo!

Eso, en efecto, nos molestó a Ella y a mí, las únicas despistadas y torpes de esta clase.

Melisa era la que más se reía de todos. Cuando se reía de mí era sumamente horrible y en sus labios se curvaba una sonrisa maléfica, típica de las brujas de las películas. Me dio más repugnancia que las risas de los demás, cuyos rostros humanos se transformaban en rostros porcinos. Yo me quedé blanca como una tiza, y mis amigas con caras de susto, como si hubiesen visto algo llamativo y paranormal en el aula.

Salí de clase llorando y me encerré en el baño. Ciara, que fue la única a la que no despisté, fue a los servicios de chicas en mi búsqueda:

-¡Felicity! ¡Felicity! ¡No te asustes! ¡Soy yo, Ciara!-me llamó.

No di respuesta, hasta que finalmente me encontró en el último servicio, mi favorito porque era el que me parecía más "hermoso".

-Felicity, no puedes esconderte-me dijo-. ¡Ábreme la puerta, por favor!

La abrí. Ella contempló mi cara, llena de lágrimas.

-Felicity-me dijo Ciara-, sé lo que ha ocurrido en clase, y tanto la señorita Bennett, como Melisa y como los demás, no han sido nada justos.

-¡Al rábano todo el mundo! Ya que no quieren saber nada de mí, pues yo tampoco quiero saber nada de ellos. Estamos en paz-declaré.

-¿Qué quieres decir con eso, Felicity?-me preguntó Ciara.

-Que desapareceré del mapa para todos, les guste o no-dije. Pero me detuve y rectifiqué-: ¡Qué digo! ¡Si les va a encantar que desaparezca!

-Mentira, a mí no me va a gustar un pelo-dijo Ciara-. Ni a mí, ni a Ella, ni a Sheila, ni a Alex, y mucho menos a Melisa.

-¿¡Bromeas, Ciara!?-exclamé-. ¡A Melisa le va a encantar que me vaya! Mejor será que lo haga. Pero tú eres mi testigo: No les digas nada a mis padres.

-Conmigo no cuentes para esas cosas, yo detesto profundamente dar decepciones y disgustos a los demás-dijo Ciara.

-Vale, no necesito ningún testigo-respondí, de forma tan susceptible como Melisa cuando se enfadaba-. ¡Me voy! ¡No tengo que perder el tiempo!

Ciara se quedó patidifusa mientras yo me marchaba del baño de las chicas. Entonces llamó al móvil de Alex:

-Alex, ahora mismo voy-dijo con sequedad.

-¿Dónde estás, señorita Anderson? La voy a despedir como no esté en cinco minutos...el recreo dura poco-bromeó Alex.

-No hay tiempo para bromas-la retuvo Ciara-. ¡Felicity piensa desaparecer después de todo lo que ha pasado esta mañana! ¡Y todo por culpa de Melisa, la señorita Bennett y los cantamañanas de clase!

-Eso es horrible-dijo Alex-. Desde luego, hay que detenerla. Se lo comunicaré a Sheila y a Ella. ¿Hace falta que se lo comunique a Melisa?

-¡Por supuesto que hace falta!-contestó Ciara-. ¡Melisa es la hermana melliza de Felicity y ella es la clave principal para que las aguas vuelvan a su cauce!

Valerie, que había escuchado la conversación (había ido un momento al baño) pensó entonces en una idea retorcida y perversa, del que habló con Jessica, su amiga:

-Jess, tengo una idea para fastidiar a esas pringadas. ¡Ahora sufrirán realmente lo que yo sufro, pero peor todavía!

-Eso está muy mal, Valerie, y lo que hiciste de reírte de Felicity en clase también estuvo mal-dijo Jessica-. Puede que Felicity sea una chica despistada, vale, pero no hay que reírse de nada. Yo creo que Ciara tiene razón: Hemos sido muy injustos con ella. ¡Incluso su hermana ha sido injusta! Yo creo que deberían arreglar las cosas y que no deberíamos entrometernos.

La pobre Jessica nos estaba encubriendo, pero Valerie no la dejaba:

-Habla por ti y por los demás, Jess, yo no tengo nada en contra, nunca me arrepiento de lo que hago porque ellas se lo merecen-dijo-. Y se supone que tú eres mi amiga, y las amigas tienen que estar de acuerdo siempre en una cosa. Tú y yo, ahora mismo, estamos en desacuerdo, y no elijo tu idea: Bastantes años sufrí en compañía de esas infantiles, y ahora me las van a pagar muy caras, empezando por la extraña Melisa y su bobalicona hermana. Así que no tienes más que dos opciones: ¿Ayudarme o dejar de ser mi amiga oficialmente?

Jess no tuvo otra opción. La pobrecilla tenía solo una amiga, para colmo malcriada y horrible, y vivía bajo su presión.

-Lo haré-cedió Jessica.

-Intuía desde el principio que no me irías a fallar, estás yendo por el buen camino, confía en mí, las chicas esas son un peligro-dijo Valerie-. Eres una buena chica, buena amiga y nunca permitiré que esas infantiles hagan de ti un horripilante monstruo infantil. Ahora impide que Ella, Alex y Sheila retengan a Felicity mientras yo me ocupo de ella y de Ciara, ¿de acuerdo?

Jessica asintió con un pesar muy grande dentro de su alma. Sabía que estaba cogiendo el camino incorrecto, pero... ¿qué iba a hacer? Entonces obedeció a Valerie, reteniendo en un principio a Alex, Sheila y Ella:

-¡Hola, chicas! ¿Podríais darme un minuto?-empezó Jessica.

-Jessica, ahora no tenemos tiempo-replicó Alex-. Tenemos cosas que hacer más importantes que atenderte.

-¡De verdad, es sólo un minutito de nada! ¡Necesito saber los deberes de matemáticas! No los tengo ahora mismo y...-empezó Jessica, pero Sheila la interrumpió:

-Jessica, ¿no tienes a Valerie? Ella siempre apunta los deberes en su agenda, e incluso los hace, como el resto de la gente. ¿Por qué no se los pides a ella en vez de pedírnoslos a nosotras?

Ella fue la única que identificó lo que tramaba Jessica en ese momento:

-No quiere los deberes de matemáticas-dijo.

-¿Es cierto eso?-le preguntó Sheila con fiereza, fulminando a la pobre Jessica con la mirada.

-¡No, no es cierto! ¡Ya sabéis como es Ella, siempre tan despistada y tan torpe!-Jessica intentó evitar que Sheila y Alex adivinaran también la verdad, pero fue en vano:

-Oye, puede que sea despistada y torpe, pero no he nacido ayer, mocosa-le espetó Ella-. ¡Sé que quieres distraernos para que Valerie se salga con la suya otra vez!

-Sí, estoy de acuerdo con Ella-dijo Sheila-: Puede que sea despistada, torpe y todo lo que quieras, pero cuando intenta usar la cabeza, la intenta usar.

-Sí, Jessica, además, te he visto apuntando los deberes de matemáticas en la agenda esta mañana-observó Alex-. Has hecho un buen intento al intentar engañarnos, como hace Valerie, desde luego tiene que estar muy orgullosa de tu talento, pero esta vez has sacado un suspenso.

Las chicas no perdieron el tiempo en perder a Jessica de vista. Mientras, Valerie intentaba engatusar a Ciara:

-Ciara, ¿qué tal estás?-le preguntó como comienzo.

-Piérdete, Valerie-le contestó. Ciara tenía una total desconfianza en Valerie.

-Ciara, ¿cómo haces para ser tan natural?-siguió Valerie.

-¿¡Reconoces que no eres más que una mera chica popular con talento artificial!?-exclamó Ciara, con ironía-. ¡No me lo creo!

-Supongo que vuestros rapapolvos me han servido de algo-respondió Valerie-. De hecho, quiero que mis fans sepan la verdad.

-Sí, siempre supe que algún momento renunciarías a tu falsa personalidad y mostrarías la verdadera, aunque muy buen intento al intentar hacerme caer en otra de tus trampas, Valerie-dijo Ciara-. A la próxima sé un poco más madura y no intentes meter en problemas a la gente, empezando por confesarles a tus adoradísimos fans que no eres más que una falsa cuyo objetivo es tener muchos amigos sólo para fastidiarlos a tus espaldas. Y he de felicitarte por haber superado otro nivel de estupidez.

Pero eso no iba a impedir que Valerie siguiera con su plan: Como no podía engañar a Ciara, decidió intentarlo conmigo, y piqué:

-Hola, Felicity. ¡Bonito día!-me saludó.

-¿Desde cuándo eres amable, Valerie?-pregunté, con un poco de recelo.

-Siempre he sido amable-respondió Valerie un poco irritada.

-¿Ah, sí? ¿Y por qué demonios te comportas como una creída?-pregunté.

-Para tener más amigos, yo tengo muy pocos-me explicó Valerie.

-Tener pocos amigos no tiene nada de malo-dije.

-Pero veo a tanta gente con tantos amigos...-dijo Valerie. Luego fingió sorpresa y añadió-: Y, hablando de amistades, creo que deberías vigilar más a tus amigas: Aunque no lo parezca, están tramando algo muy malo a tus espaldas.

-Nunca me harían eso-repliqué.

-Uno: Las apariencias engañan; y dos: la gente cambia, unos para mejor y otros para peor-me dijo Valerie-. En el caso de tus amigas, te están engañando y están cambiando a peor. Yo no quiero que te vayas, Felicity, eres mi gran inspiración. Desde que empezaste a ballet, me has inspirado mucho y ahora pago cincuenta euros al mes para que una de las mejores bailarinas del mundo venga a mi casa a instruirme.

-¿Ah, sí?-pregunté.

-Por supuesto, adoro el ballet: Esos pasos tan saltarines y alegres, tan...desenvueltos...-respondió Valerie-. Dan un aire clásico, pero atrevido a las personas. Y así es mi personalidad: Clásica, pero atrevida.

-Ve al grano, Val-le pedí-. ¿Qué han dicho mis amigas de mí?

-Felicity, por desgracia he oído hablar a Ciara y a Alex vía móvil diciendo que mejor que te fueras de aquí, no eres más que un estorbo monstruoso e infantil, tanto para ellas como para Ella y Sheila. Por no hablar de Melisa, que me ha dicho que tú eras la peor hermana melliza que haya podido tener en vida. Sé que es duro, Felicity, pero yo que tú me iría para siempre, echara de menos mi antigua vida o no. ¡Ya es hora de superar sus lecciones y embarcarse en la desenvoltura! La vida es como una combinación de pasos de ballet, que a medida se hacen más intensos y prolongados.

-Tu manera de interpretar la vida es muy poco lógica, en mi opinión, pero, si mis amigas han hablado mal de mí a mis espaldas, seguiré tu práctico consejo-dije-. Total, nadie me quiere...y lo de Melisa no me extraña, ella siempre me ha odiado profundamente.

-Es una pena que nunca haya podido apreciarte por como seas, la verdad es que sí-dijo Valerie-. ¿Cuándo piensas irte?

-Sin que se enteren mis padres, dejaré una nota en la nevera diciendo que estaré muy lejos ya que me siento despreciada, y necesito irme a un sitio donde la gente me aprecie-respondí-. Y será esta noche.

-Te echaré muchísimo de menos-dijo Valerie-. Has sido mi gran inspiración para el ballet, y no me puedo creer que te vayas...ahora mi inspiración morirá.

-Las inspiraciones nunca mueren-dije-. Y gracias, Val. Nunca pensé que fueras tan comprensiva.

-De nada, para eso están las amigas...-dijo Valerie.

Yo me había tragado el anzuelo entero sin darme cuenta. Llegó la noche, tenía las maletas preparadas y estaba dispuesta a irme de casa. Salí sigilosamente de mi cuarto y me dirigí a la cocina, y después escribí la siguiente nota:

Queridísimos mamá y papá:


Si preguntáis por mí, estaré en algún otro sitio en el que la gente me aprecie mejor: Me siento despreciada en esta zona. Necesito abrirme a otros lugares si quiero reconocerme a mí misma y estar a gusto. Os llamaré cuando llegue a mi destino. 


Besos,  
            Felicity.


Melisa (a la que desperté accidentalmente con el sonido de las maletas) se plantó delante del umbral de la cocina, y me vio a mí vestida con ropa de abrigo.

-¿A dónde vas y qué crees que haces?-me preguntó, pero yo no respondí y seguí actuando como si ella no existiera.

-Felicity, ¿a dónde vas y qué crees que haces?-repitió Melisa.

Entonces le dije la verdad:

-Me voy muy lejos de aquí, donde la gente me aprecie, donde me sienta a gusto y donde pueda ser yo misma, aquí no me reconozco. Ah, y no me pidas muchos detalles, porque no te los voy a contar, y tampoco es que tenga mucho tiempo.

-¿Qué mosca te ha picado, hermana?-me preguntó Melisa-. ¡Si se enteran mamá y papá, ¿qué va a ser de nuestra familia?! ¡¿Y qué va a ser de mí si tú no estás?!

Mis oídos no dieron crédito a lo que Melisa decía, pero yo creí que lo decía irónicamente y respondí:

-Buen intento al hacerte la inocente, Melisa, pero no va a colar por nada el preocuparte por mí en vano. Estaré mejor en cuanto llegue a mi destino.

-¿Y cuál va a ser tu destino? ¿La ciudad de los vagabundos?-preguntó Melisa, crispada.

-Mi destino será el que yo elija, yo soy quien decide a dónde puedo ir-respondí.

-¿Qué te ha pasado con nosotras, por cierto? ¿Estás enfadada?-preguntó Melisa, más crispada todavía.

-Valerie me ha dicho que habéis hablado mal de mí a mis espaldas-le expliqué-. A mí no me extraña nada que lo hagas, evidentemente porque me odias profundamente, pero las demás me han decepcionado. Creí que erais más justas.

-Valerie te ha lavado el cerebro, Felicity, sal ya de la jaula-dijo Melisa.

-¿Y si no quiero? ¡Por lo menos Valerie es mejor que tú!-le espeté.

-¿Me comparas con una egocéntrica que se cree que tiene la varita mágica y el mundo a sus pies?-preguntó Melisa. Estábamos levantando demasiado la voz, por tanto decidimos bajarla antes de que nuestros padres se enteraran.

-La verdad, es que sí-respondí-. Me encantaría seguir discutiendo contigo, pero el destino me espera.

-Felicity, vas por muy mal camino, así no es-dijo Melisa.

-Te he dicho claramente que el destino me espera, Melisa-le dije-. No tengo más tiempo. ¡Hasta otra!

Dicho esto, me fui con las maletas en mano, dispuesta a dejar mi antigua casa y buscar un nuevo hogar...

Continuará...







No hay comentarios:

Publicar un comentario