Me llamo Ciara Anderson, tengo 14 años y soy una de las protagonistas principales de esta historia. En primer lugar, os voy a contar un poco de mi vida, pero sobre todo, de mí.
Soy una chica normal, como todas las chicas de 14 años, curso 3º de Secundaria en el instituto Burton High de Manchester. Me gusta el colegio porque aprendo muchas cosas y me divierto con mis amigas. Para mí, el colegio siempre fue un lugar mágico lleno de sorpresas. Pero no sólo se aprende en el colegio: La vida es un libro lleno de lecciones que vamos aprendiendo de forma instantánea...o de forma lenta, es decir, poco a poco.
Para mí es muy importante, sobre todo en esta etapa que estoy recorriendo ahora mismo: Ya no soy niña, digamos que estoy entre el paso de niña y adulta, como todos los chicos y chicas de mi edad (y supongo que algunos de vosotros también la estáis pasando). No os preocupéis, la adolescencia es un tema que hay que tratar con calma, y es la mejor forma de tratar todos los temas: Con calma, serenidad y paciencia. Aunque no lo creáis, la paciencia es una gran virtud.
Como yo iba diciendo, la vida es un "libro" de lecciones: Unas las aprendemos de forma rápida, otras de forma más lenta. Cada día, la vida gira en torno a cada uno de nosotros y nos enseña lecciones valiosas e importantes, incluso nos hacen mejores personas. Yo admito que cometo errores, como todo el mundo. Vale, nadie es perfecto. Todos aprendemos de ciertas cosas cada día, de ciertas cosas de la vida. No hay ningún que otro secreto en eso.
Como hoy, que aprendimos a cómo partir de cero en este nuevo e intenso curso para mí y para mis amigas.
Empezábamos 3º de Secundaria. ¡3º de Secundaria! ¡Casi las más mayores de la etapa! Ahora ya no éramos novatas en esto.
Esperábamos en la fila, impacientes. Ella, una de mis amigas, no paraba de pintarse los labios de lo nerviosa que estaba, junto con Felicity, otra de mis amigas. Las dos juntas eran puro nervio y puro despiste, por eso se llevaban tan bien. Pero el problema era ese: Eran muy despistadas, tenían la cabeza llena de pájaros.
Melisa, la hermana melliza de Felicity (totalmente opuesta a ella) las observó con cierto desdén y comentó:
-¡Por favor, estamos en 3º de Secundaria! ¡Hay que tener una dignidad y una madurez de un nivel más superior!
Las palabras que más me llamaron la atención del comentario de Melisa eran nivel más superior. 3º no era cosa de risa: También se iba complicando cada vez más. Pero siempre empezamos por lo difícil antes de que nos resulte sencillo. Necesitamos un periodo para habituarnos al ritmo, y ese periodo puede ser muy prolongado o muy corto.
-¿Qué tiene que ver pintarse los labios con los niveles de madurez?-inquirió Felicity.
-Parecéis tontas pintándolos-respondió Melisa.
-Estamos nerviosas-intervino Ella.
-Sí, piérdete, hermana-le espetó Felicity, y ambas volvieron a su "trabajo".
Llegaron Sheila y Alex.
-¡Hola!-nos saludaron-. ¿Listas para embarcarnos en el mundo del segundo ciclo? ¡Ya casi somos las mayores! ¡Hay que ver cómo corre el tiempo!
-Demasiado deprisa-concluí con una risa.
-Cierto-intervino Ella, mientras buscaba algo de cuclillas.
-¿Qué has perdido, Ella?-le preguntó Melisa.
Ella no respondió, pero Melisa, que era una experta adivinando lo que tramaban su melliza y ella cada dos por tres, dijo:
-¿Has perdido el pintalabios?
Ella no pudo evitar asentir a la pregunta de Melisa, cuando ésta preguntaba, ella era una adivina y no había quién la parara. El primer despiste del año ya estaba asegurado tanto para Ella como para Felicity.
-El primer punto de despiste del año-las felicitó Melisa sarcásticamente-. ¡Felicidades a las dos!
-No tiene gracia-dijo Felicity.
Lo malo de Melisa era que era muy extrovertida y a veces no había quién pudiera cortar su lengua de rana. Pero ahí tenía razón y nosotras permitíamos eso. Era justo, ya que la mayoría de las veces suelen perder muchas cosas, entre ellas objetos de valor, como el pintalabios de Clinique de Ella.
-Dejémoslo ya, por favor-pidió Alex-. No queremos tensarnos a principio de curso. Si queréis discutir y estresaros, dejadlo para los exámenes y momentos difíciles. Discutir por buscar un pintalabios no tiene ningún sentido.
-Tiene razón-dijo Sheila.
-A favor-me uní.
Sonó el timbre. Ella y Felicity casi se quedan atrás debido a que encontraron un poco tarde el pintalabios (estaba debajo del banco de madera en el que se habían sentado), pero lograron alcanzarnos y encontrar el pintalabios. De momento, las aguas volvieron a su cauce.
Este año, nuestra tutora era la señorita Bennett, profesora de Economía, impartía clases a Bachillerato y Ciclos Formativos, aunque también daba clases de Matemáticas. Este año había elegido impartir clases a 1º y a 3º de Secundaria.
-Buenos días, alumnos: En primer lugar, quisiera daros a todos la bienvenida de nuevo al colegio. Me llamo Elizabeth Bennett, y seré vuestra tutora este año. Los nuevos, sed también bienvenidos. Esperemos que este año os sea de agrado tanto como al resto, y si tenéis algún problema no dudéis en comunicármelo o a mí, o al equipo directivo.
Las horas pasaron rápido hasta que llegó el recreo, donde almorzamos tranquilamente...
-Hola, pringadas-nos saludó Valerie Guasch.
...O casi tranquilamente. Valerie Guasch es nuestra peor enemiga y lo seguirá siendo. Se cree el centro del universo (de hecho, tiene mucha popularidad) y siempre nos ha intentado causar problemas.
-Se me había olvidado que Valerie estaría aquí este año, chicas-dijo Melisa sarcásticamente-. Creí que se iría a un internado de chicas como ella.
-¡No me admitieron!-replicó Valerie-. ¡No habían plazas! ¿Por qué no me habrán admitido? Soy perfecta para entrar allí. Pero no tuve otro remedio que conformarme con vosotras. No penséis que yo quiero estar aquí, desde luego que no, pero tampoco quiero abandonar a mis fans. Es todo lo bueno que ha salido de esto. ¡Adiós, pringadas!
¿Fans? ¡Ni el más tonto del Burton High haría un club de fans en su honor!
-Otro año en compañía de ella, ¡qué asco!-se quejó Melisa, una vez que Valerie se hubo reunido con sus "adorados" fans.
-Y pensar que este año nos íbamos a librar de ella...-replicó Sheila.
-No pasa nada, lo que no hay que hacer de momento es perder la calma-dijo Alex, con serenidad.
-Para ti eso es muy fácil porque detestas las peleas profundamente-replicó Felicity-, pero para el resto de nosotras no.
-Para mí sí-intervino Sheila-. Sólo que no soporto que Valerie haga infeliz a cualquiera, por muchos o pocos fans que tenga.
-No os preocupéis, tarde o temprano se quedará sin fans y su popularidad no tendrá tanto brillo, oxidará-dije-. Los desagradables terminan por dirigirse al territorio de la miseria y el abandono, y también terminarán quedándose solos, sin compañía alguna. Más vale olvidarnos de Valerie por ahora y centrarnos en lo bueno y positivo de este nuevo curso.
-¡Así se habla, Ciara!-me dijo Alex.
-Gracias, Alex-le dije a Alex. Luego me volví a Felicity y le pregunté-: Felicity, ¿vas a ir a ballet este año?
-Ciara, por favor, ruego que tengas un poco de coherencia, Felicity ya es bastante infantil en casa-me pidió Melisa.
Melisa a veces es un poco rebelde e incluso llega a ser muy susceptible, pero en el fondo... Melisa es Melisa.
-¡Eh! ¡Relájate, señorita Susceptible! ¡Sólo estaba haciéndome una pregunta! ¡No va contigo!-intervino Felicity para calmar a su hermana melliza.
Era la primera vez que veía a Felicity tan espabilada y con tanto remango. Todas nos quedamos sorprendidas, incluida Melisa.
-¡Guau, Felicity! ¡No sabía que tuvieras tanto remango para parar una buena pelea!-exclamó Sheila. Luego añadió-: Sin ánimo de ofender a ninguna de las dos.
-No nos ofendemos, tranquila, Sheila-respondió Melisa en lugar de Felicity.
Tras un incómodo silencio, le volví a preguntarle a Felicity lo del ballet, tratando de no hacer daño a Melisa:
-Melisa, ¿podría repetir la pregunta? No quiero que te sientas mal a gusto. ¿La repito o me callo?
-Haz la pregunta-respondió Melisa-. Siento haberme entrometido como una idiota entre la pregunta, pero odio el ballet.
-No importa, respeto ese desprecio.Y gracias-dije. Después me volví a Felicity y repetí la pregunta que Melisa había "evitado" antes-: ¿Vas a apuntarte a ballet este año, Felicity?
-Sí, por supuesto-respondió Felicity-. ¿Y qué hay de mi sueño de ser bailarina profesional?
Por si aún no lo sabíais, uno de los sueños de Felicity era ser bailarina profesional, además de casarse con un guapísimo actor de cine, vivir en Hollywood...y muchos más que, si os lo cuento, puedo tardar un año.
-Es verdad-dije-. El verano me refrescó por completo todo lo que querías hacer cuando fueras mayor. Y lo digo en serio, no lo digo por mofarme de ti, ¡para nada!
-Pues es hora de poner los pies en la Tierra, señorita Anderson-me dijo Felicity en tono irónico.
-¡Mira quién habla!-le espetó Melisa-. ¡La señorita Siempreatiendo!
Felicity no pudo evitar sonrojarse. Su hermana tenía razón y, como resultaba cortante, decidió cerrar el pico. Sheila abrió otra conversación para romper aquel incómodo silencio creado por Melisa:
-¿Sabíais qué? Este año pienso contactar con muchos ecologistas de todo el mundo e igual me uno a una de las mejores campañas ecologistas del planeta, EcoPlanet-nos contó.
-Contigo, seguro que las cosas mejorarán el planeta, Sheila, eres una ecologista de primera, y no lo decimos porque seamos tus amigas, lo decimos de corazón-dijo Alex.
-Lo dudo mucho-intervino Dean, el cabecilla de los chicos, que se había entrometido justo en aquel momento.
Dean Webster siempre interrumpiendo conversaciones privadas. Pero no es la primera vez que lo hace: Lo lleva haciendo siglos con nosotras. Él y su pandilla siempre arruinando nuestra diversión y haciendo nuestras vidas imposibles.
Dean tiene una pandilla, a la que él llama The Secret Door (La puerta secreta). Esa pandilla está formada por él y sus amigos Vincent (Vince, como lo llamamos), William (Will), George (mi medio hermano), Joseph (Joe) y André.
-Je, je, je, estoy de acuerdo, tíos-intervino Vince, con unas risas tontas y propias de un imbécil como él.
-Nosotras nunca nos hacemos la pelota-intervino Melisa, con sequedad-. Ahora...¡desapareced antes de que os demos una lección!
-Je, je, je-se rió Vince-. Como que vamos a desaparecer por arte de magia...
La susceptibilidad de Melisa no tardaba mucho en aparecer. Decidió dominarse y final dijo con sequedad:
-Vais a hacerlo porque si no...
Los chicos huyeron como la pólvora: Temían a Melisa.
-¡Hecho! ¡Un peso menos de encima!-anunció ésta, una vez que los chicos se largaron.
-Eres genial, rolli-dijo Felicity. Así apodaba cariñosamente a su hermana melliza: rolli, porque según ella era muy rolliza.
-Melisa, ojalá tuviéramos desparpajo semejante para echarlos-dijo Sheila-. Te has superado.
-Gracias-dijo Melisa.
-Una palabra para esto es: ¡A partir de cero otra vez!-exclamó Ella.
Y tenía razón. Otra vez había que volver a aprender a partir de cero, pero esta vez fue con más fuerza y unión que nunca. Y todas lo notamos...
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