Hace poco que conseguimos un nombre para nuestro inseparable grupo, Smiling Friends, y todo gracias a Annabella, nuestra nueva buena amiga, y a Melisa, por habérsele ocurrido tan buena idea. Creo que sin ellas no se nos hubiera ocurrido ningún nombre mejor.
Os voy a contar nuestra "primera aventura" bajo el nombre de Smiling Friends:
Nuestra primera aventura surgió hace dos días: Como siempre, Valerie volvía a meter cizaña sobre nosotras.
Valerie es nuestra repugnante enemiga, popular, engreída y muy presumida, además de cizañera: Desde que Annabella se quejó de su comportamiento, Valerie estuvo vigilada durante dos semanas por los profesores, vigilaban todas sus acciones. Pero sólo temporalmente, porque ésta logró engañarlos fingiendo que no volvería a repetir de nuevo semejante estupidez. Hace dos días, cuando se libró de la vigilancia, volvió a atacarnos:
-¿Qué pasa, pringadas?-nos saludó.
-Creíamos que los profesores habían perdido total confianza en ti, Valerie-respondió Melisa con sequedad.
-Volvieron a recuperarla cuando prometí falsamente que no volvería a repetir semejante "estupidez"-le explicó Valerie-. ¡Es tan sencillo engañar...! ¿Verdad, Jess?-le preguntó a su amiga lacayo.
Jessica era la única amiga de Valerie, ésta la controlaba como una marioneta.
-Sí, pues claro-respondió Jessica.
-¿Lo veis?-nos dijo Valerie-. ¡Alguien siempre a mi favor! Tener amigas está bien. Ellas siempre te apoyan y no están a favor de tus enemigas.
-Pero no se controlan como marionetas, cada una tiene su propia vida-dijo Ciara-. La vida de los demás no se puede manejar, Valerie. Eso sería manipulación. Y sería más grave si prohíbes su libertad, es decir, si la conviertes en tu esclava a todas horas. Cada uno se merece libertad. Este mundo tiene unos derechos y unos deberes. Y uno de los derechos es la libertad, el NO a la esclavitud.
-Exacto-puntualizó Alex.
-Mirad, niñas, si queréis debatir el tema, meteos en política-dijo Valerie, y se abrió paso bruscamente entre nosotras. Jessica la siguió y las perdimos de vista.
-No soporto la gente ignorante, de verdad-comentó Ciara, refiriéndose a Valerie-. No lo soporto.
-La vaca que ríe se ríe de los demás-dijo Alex. Así llamábamos chistosamente a Valerie, porque su nombre terminaba en rie.
-Ya sé por qué también la llamamos La vaca que ríe-dijo Melisa-. La llamamos así porque se ríe de todo el mundo.
Puede que Melisa sea la menos habladora del grupo, pero tenía unas ideas y observaciones de científica.
Puede que Melisa sea la menos habladora del grupo, pero tenía unas ideas y observaciones de científica.
-Muy buena observación-dijo Sheila, riendo-. Es verdad: Valerie se ríe de todo el mundo.
-Menos de ella misma, cree que es de locos-dijo Felicity.
-Pues debería reírse de ella misma alguna vez-dijo Ciara-. Reírse de uno mismo es bueno de vez en cuando: Yo me río de mí misma cuando me trabo al leer una palabra complicada. Pero no siempre-añadió.
-¡Je, je, je!-se rió Alex.
-¡Ahora no me he trabado, oye!-exclamó Ciara, entre severa y divertida, mientras le daba un codazo cariñoso a Alex.
-Ya lo sé-dijo Alex, con una sonrisa pícara.
Salimos al patio. Ahí atravesamos otro bache, el de los chicos, The Secret Door.
-¡Pringadillas! ¿Cómo os va la vida? ¿Os estáis pringando con aceite?-nos preguntó Dean en tono burlón.
-Seguro que son tan tontas que son capaces de pasarse por la sartén hasta tostarse-dijo Vince.
-¡Mirad quiénes hablan! ¡Los que el otro día dijeron que 2 por 6 eran 8!-dijo Ciara.
Dejamos a los chicos perplejos mientras nos reíamos por lo bajo. Entonces saltó George para defender a su grupo:
-¡Nos confundimos con 2 + 6! Hay tanto alboroto matemático...
-Eso es verdad, francamente-dijo Joe-. Hay un refrán que dice: "El que tiene boca se equivoca, y el que no, se calla la boca". Además, está científicamente demostrado que...
-Tus teorías para luego-lo interrumpió Will. Joe era capaz de aburrir a la gente soltando sus teorías de Pitágoras. Tenía un mote por el que era muy conocido: "Joe el Pitagorín".
-Lo siento-se disculpó él, y volvió a callarse.
Aprovechamos nuestro momento para irnos cuando Vince preguntó:
-¿A dónde han ido las chicas?
-Nos las van a pagar por haberse ido así como así y por habernos dejado en ridículo-dijo Dean-. Hay que maquinar algo.
-Ciara y sus amigas tienen un diario grupal-sugirió George-. Si queréis, yo se lo robo y luego leemos sus peores equivocaciones, si es que están escritas.
-¡Buena idea, George!-exclamó Dean-. ¡Y por supuesto que quiero que se lo robes!
-Ciara y sus amiguitas no han hecho más que empezar a sembrar una nueva batalla-dijo Will.
-¡Esa frase sólo la puedo decir yo, Will, ¿queda claro?!-lo riñó Dean.
Mientras los chicos empezaban a maquinar su diabólico plan, nosotras almorzábamos tranquilamente hasta que nos fijamos en un pacífico niño y en unos matones. Entonces nos dimos cuenta de que éste estaba siendo acosado por los matones.
-¡Es horrible! ¡Hay que detenerlo ya!-exclamó Ciara-. ¡Eso es acoso escolar! ¡No se puede permitir! ¡Hay que frenarlo cuanto antes!
-Ciara, no lo hagas, igual ellos te meten en problemas a ti también-le advirtió Alex.
-Pero es una situación grave, Alex, hay que frenarla-dijo Sheila, que estaba de parte de Ciara.
Ciara se dirigió hacia donde estaban el niño y los matones, y les plantó cara:
-¿Qué os pasa con el chico?
-¿Eres su novia o algo?-le preguntó un matón.
-No te importa, pero que sepáis tú y tus amiguitos que soy testigo de lo que le estáis haciendo al muchacho, y que soy capaz de quejarme a la señora Cooper-le explicó Ciara.
-¿Te estás chuleando?-le espetó el amigo del primer matón.
-No me estoy chuleando, soy mayor que vosotros y los mayores tienen que ayudar a los pequeños, es la ley de la justicia, pero vosotros nunca la entenderíais porque tenéis un cerebro del tamaño de un mosquito y sois del contrabando-le explicó Ciara con tono duro.
-¡Qué sabelotodo!-exclamó el primer matón.
-Jamás me llames sabelotodo en mi presencia-se defendió Ciara-. Ni siquiera en mi ausencia. Y tus pensamientos te los tragas, mocoso. Tanto tú como tu amiguito, os tragáis los pensamientos. Y, como volváis a atacar, en breve os veréis en el despacho de la señora Cooper con un parte de expulsión de un mes. ¡Largo y dejad al chico!-les ordenó.
Los matones se marcharon, mirando a Ciara con mirada asesina. Ciara les devolvió la mirada: Odiaba más que nada al acoso y sus miembros.
-¿Estás bien?-le preguntó al chico de primero.
-Sí, gracias-respondió el chico.
-Si se vuelven a meter contigo, pide ayuda a los profesores, detendrán el acoso de inmediato-le aconsejó Ciara-. Y de nada, para eso están los delegados de curso. ¿Cómo te llamas?
-Mohamed-respondió el muchacho-. Soy árabe.
-Encantada, soy Ciara-se presentó Ciara-. Y aquellas son mis amigas: Felicity, Sheila, Ella, Alex y Melisa. Si necesitas algo, estaremos encantadas de ayudarte. Y cuando esos se te vuelvan a meter contigo, no dudes en comunicárselo a Bridgit. Es buena tutora y te aseguro que pone freno a situaciones como ésta.
-Soy muy tímido y tengo miedo de confesarle eso y agobiarla más todavía-dijo Mohamed.
-¡No la agobias para nada! Además, tú estás agobiado porque esos tontos te hacen la vida imposible. Y Bridgit se inquietará aún más si no se lo cuentas. Saldrá todo bien, Mohamed, ya lo verás-lo tranquilizó Ciara.
-Gracias por animarme, Ciara-dijo Mohamed-. Te prometo que se lo contaré a la señorita Shapiro.
Bridgit Shapiro era la tutora de primero, la gente la consideraba el clon de la señorita Bennett por su carácter recto y serio. Era profesora de música.
-¿Por qué los tutores de los cursos impares tienen que ser tan rectos como varas?-le pregunté entonces a Felicity para entablar una conversación.
-Supongo que porque los cursos impares son los más duros-respondió Felicity, encogiéndose de hombros.
-¡Por favor!-replicó Melisa, a punto de reírse-. ¡No me hagáis reír! Sólo es pura coincidencia: La señorita Shapiro, la señorita Bennett y la señorita Huerta son las tutoras más estrictas del insti y dan a cursos impares, vale, pero eso es sólo pura coincidencia.
Melisa y sus susceptibilidades. Algo que normalmente suele ocurrir a menudo es que su susceptibilidad está a flor de piel por cualquier cosa.
-Lo hacía para entablar una conversación, no podemos quedarnos mirando a Ciara y a Mohamed como unas tontas sin hablar de nada-respondí.
Para mí, entre muchas otras personas, el silencio es el fruto del aburrimiento. Para otras personas, como Melisa, el silencio es un aposento donde se puede contactar fácilmente con uno mismo. Pero cada uno tiene su forma de mirar el silencio. A lo que iba:
Los chicos atacaron de nuevo al oír mis palabras, porque pasaron delante de nosotras otra vez:
-¿Ciara y Mohamed? ¡La verdad es que sí, hacen muy buena pareja!-empezó Will.
-Cierra el pico, que no hemos hablado contigo-le espetó Melisa.
<<Hum, sería interesantísimo publicarlo en el periódico>>, pensó Dean. <<Creo que Joe es el rehén perfecto para que escriba y publique dicha noticia>>. <<Además de robar el diario del club, ¿por qué no inventarnos una mentira para el periódico escolar y así dejarlas a todas en ridículo? Bien pensado, Dean, eres un genio>>.
Como yo decía, para otros, el silencio era un aposento donde uno podía contactar con uno mismo y, además, construir sus propios pensamientos e ideas. Otros aprovechan, en lugar del silencio, el ruido de la clase para distraerse y entrar en su propio planeta, en el caso de Felicity y reconozco que también en mi caso: Nadie es perfecto.
-¡Hola!-le gritó Sheila a Dean entonces, aprovechando que estaba distraído-: ¡Tierra llamando a Dean!
Dean se achantó, tal y como esperábamos.
-¡Madre mía, qué susto!-exclamó-. ¡Me las pagarás!
-Mándame la factura con la cuota-respondió Sheila, mientras nosotras reíamos por lo bajo.
Los compinches de Dean miraban a su jefe como atontados. Entonces llegaron Ciara y Mohamed.
-¿Salís juntos?-preguntó Will entonces.
-Vete a paseo-le espetó Ciara, mientras que acompañaba a Mohamed a un sitio-. Encima, no tienes otra cosa mejor que hacer que molestar al personal. Ni tú, ni el resto. A veces pienso que nada más que estáis como farolas, para adornar el recinto escolar.
Nosotras nos reímos a carcajadas, mientras Ciara nos miraba guiñando un ojo. Will movió los ojos con arrogancia. Pero George no iba a permitir que su grupo se achantara tan fácilmente:
-¡Anda con cuidado, Ciara Iris Anderson!-gritó, llamando a Ciara por su nombre completo-. ¡Si sigues así nos las vas a pagar muy caras!
-Si eres tú el que finalmente paga la prenda-dijo Ciara, y se largó con Mohamed. Pero aun así, George no se iba a dar por vencido.
Mientras los chicos se fueron frustrados y a la vez ansiosos por vengarse de nosotras, Ciara y Mohamed iban a la sala de profesores en busca de la señorita Shapiro.
-Señorita Richardson, ¿está la señorita Shapiro?-le preguntó Ciara a la tutora de cuarto curso en la sala de profesores, al no ver a la señorita Shapiro por ningún rincón de la sala.
-La señorita Shapiro no está-respondió la señorita Richardson con serenidad-. Ha salido un momento. Lo siento.
-No se preocupe, y perdone las molestias, señorita Richardson-respondió Ciara, desanimada en su interior.
-Oíd, si queréis contarme algo, no os preocupéis, ya hablaré con vuestras tutoras si hace falta-insistió la señorita Richardson-. No me importa en absoluto.
-No se moleste, señorita Richardson, en otro momento, de verdad-dijo Ciara-. Aunque gracias de todos modos.
-Bueno, anda, no insisto más...-dijo la señorita Richardson-. Como queráis. No quiero forzaros.
-Gracias, señorita Richardson, hasta luego-se despidió Ciara.
Ciara estaba muy preocupada por la situación de Mohamed. Para tranquilizar al muchacho (y para tranquilizarse a sí misma) dijo:
-No te preocupes, Mohamed, ya vendrá. Habrá salido a hacer un recado o algo así. Pero lo importante es decirlo: Como dice un refrán, más vale tarde que nunca. Luego te acompaño si quieres para decírselo-le propuso-. Si te da vergüenza, puedo ayudarte.
-No te molestes, gracias-rechazó Mohamed amablemente-. Y gracias por haberlo intentado.
-Para mí no es ninguna molestia-insistió Ciara-. Y de nada-añadió con una sonrisa cálida-. Para eso somos los delegados.-Entonces recordó que lo había dicho antes y añadió-: Y perdona por habértelo repetido, lo siento.
-No importa-dijo Mohamed-. Yo no soy de esos tipos a los que odia la gente que recalca las cosas.
Ciara le dedicó una sonrisa. Mohamed se la devolvió. Pero entonces algo les estropeó el momento: Valerie Guasch y Jessica Finster. La unión de dos pequeños y perversos ratones forma una horrible y monstruosa rata de alcantarilla, más cizañera y perversa.
-¡Qué bonito!-exclamó Valerie fingiendo sorpresa-. ¡Ciara y Mohamed! Hacen buena pareja, ¿verdad, Jess?-le preguntó a su amiga, pero antes de que la pobre chiquilla respondiera, Ciara contraatacó. No se iba a dar por vencido:
-Piérdete, Valerie, que nada más que molestas, y en este instituto sobras.
-Si sobro yo, mis fans también sobran-respondió Valerie-. Y Jess también.
-Sí, tú y todas tus ratas de alcantarilla-le espetó Ciara.
-Hacen muy buena pareja, Valerie, por supuesto que sí-afirmó Jess en ese momento, lo cual hizo que Ciara "pisara el acelerador" con mucha más fuerza y contraatacara de nuevo, pero The Secret Door se lo impidió:
-Por una vez estamos de acuerdo-dijo Will-. La mandona que se cree muy lista y el tonto que se cree muy listo hacen buena pareja. ¡Que se besen, que se besen!
Los demás se unieron al coro para hacerle compañía: Ciara estaba que echaba humo, y Mohamed estaba rojo como un tomate de la vergüenza que estaba pasando. Pero por suerte, Annabella había llegado en ese preciso instante:
-¡Dejadlos en paz, cabezas huecas!-atacó-. ¿Es que no sabéis comportaros? Muy bien, yo misma llamaré a la señorita Shapiro para que os lleve de vuelta a Primaria. Por mí, no me importa nada. Todo aquel, toda aquella, todos aquellos o todas aquellas que se metan con un miembro o con el grupo Smiling Friends se la tendrán que ver conmigo. Y quien toque a Mohamed, también.
Annabella y Mohamed eran muy buenos amigos.
-¿Me estás desafiando, enana del contrabando?-preguntó Valerie, que desde entonces la consideraba una "enana del contrabando" por ser fan de Smiling Friends.
-¡No me llames así, no soy ninguna enana!-respondió Annabella-. Y lo que tú estás llamando "contrabando" no existe. Tú eres el contrabando, o, mejor dicho, tú eres la contrabandista.
Ciara y Mohamed quedaron perplejos del carácter espabilado de Annabella. Desde que su vida dio un giro, ahora se había convertido en una chica extrovertida, segura de sí misma y capaz de abrirse a los demás. Los retacos (los chicos) se habían marchado, y Valerie y Jessica también decidieron retirarse. Annabella terminó su defensa con:
-¡Muy bien, cobardes, volved a vuestras madrigueras! ¡Y, a poder ser posible, no volváis a salir de ellas! ¡Ni siquiera asoméis la cabeza al exterior, porque os aseguro que os la veréis conmigo!
Ciara se quedó boquiabierta. En cuanto se le pasó el susto, dijo:
-Gracias, Annabella.
-Sí, gracias-dijo Mohamed, que también había recuperado el habla.
-De nada-dijo Annabella-. Para eso están los amigos, ¿no?
-Sí-respondieron Ciara y Mohamed con una sonrisa.
-Por cierto, Mohamed, ¿te ocurre algo?-le preguntó Annabella.
-¿Por qué lo preguntas?-respondió Mohamed.
Annabella estuvo a punto de responder, cuando llegamos nosotras. Felicity preguntó:
-¿Qué hacían los retacos, Valerie y Jessica con cara de asco? Los vimos ahora bajar para volver al patio. ¿Ha ocurrido algo?
-Estamos aquí porque creemos que ha sido por algo que habéis defendido-explicó Melisa.
-En efecto-confirmó Annabella-. Ciara y Mohamed estaban a punto de ser acosados por esos tontos. Yo hice lo que llamo un stop-bullying, un freno al acoso escolar.
-Es horrible eso del acoso-dijo Sheila-. Repugnante y horrible.
-Igual que los acosadores-añadió Alex-. Los acosadores son personas horribles y repugnantes, además de crueles.
-Sí, no tienen otra cosa mejor que hacer que fastidiar a las buenas personas, a las que tienen buen corazón y son inocentes-dije.
-Es como someter a alguien a esclavitud-dijo Felicity.
-Las dos cosas son igual de peores, crueles y malintencionadas-dijo Melisa.
-¡Bien dicho, Melisa!-exclamó Sheila.
-Gracias-dijo Melisa.
-No hay tiempo para halagos, hay que ayudar a Mohamed-dijo Ciara.
Felicity y yo estábamos hablando entonces de moda:
-Lancôme ha sacado una nueva gama de pintalabios con sabores-dije-. Todavía me compré ayer el de frambuesa, es mi sabor favorito.
-¡Qué suerte! ¡Yo también pensaba comprármelo, pero mi madre dice que es muy caro! ¡Y adoro la frambuesa! Esos pintalabios son únicos: tienen una función que sirve para hidratar los labios, funciona también como labial: Colorido, pero discreto al mismo tiempo.
-Yo también pensaba calificarlo de esa forma tan "elegante"-dije.
Pero Ciara detuvo nuestra conversación con una mirada ceñuda y dijo irónicamente:
-¿A qué estáis esperando? ¿Sabéis qué? Mi sabor favorito es el de melocotón, pero no me quiero meter en el tema porque hay que ayudar a Mohamed y es mucho más importante que el tema de la moda.
-Ciara, verás, no hace falta que me ayudes, puedo yo solo-dijo Mohamed entonces.
Ciara miró a Mohamed triste.
-De verdad, puedo yo solo-insistió Mohamed-. No te preocupes por nada. Estaré bien.
-¿Estás seguro?-preguntó Ciara.
-Claro, no estés así, tranquilízate, sé cuidarme solo-dijo Mohamed.
-Bueno, pues no te agobio entonces-concluyó Ciara-. Si me necesitas, ya sabes dónde estamos mis amigas y yo.
A Ciara, aunque tratara de disimularlo, le hubiese gustado ayudar a Mohamed, pero claro, en esta vida hay cosas que son difíciles de alcanzar y necesitamos un "taburete" para conseguirlas. Y en otros casos (en el caso de Ciara) es que no todo sale como uno quiere. El destino es un niño pequeño caprichoso a veces. Él es el único capaz de conseguir lo que quiere a su manera.
Felicity y yo continuamos hablando de la conversación antes corrompida por Ciara para animar un poco al grupo, pero ésta no estaba de humor:
-Venga, Ciara, revélanos tu sabor favorito de pintalabios-intentó animarla Felicity-. Igual te animas un poco más.
-Sí, venga, dínoslo-insistí.
-El mío es el de piña colada-respondió Sheila en su lugar-. Me encantan las piñas. Siempre me ha parecido que tenían algo especial.
-Mi sabor favorito es el plátano, porque sabe muy bien-dijo Alex-. Y mi animal favorito, el mono. ¡Son tan cucos...!
-El mío, el de naranja, me encanta su sabor-dijo Melisa-. Ese sabor tan ácido en los caramelos, tan dulce en los zumos...
-El nuestro el de frambuesa, mirad por dónde, es la cosa más rica que se haya visto en el mundo silvestre-respondimos Felicity y yo al unísono.
-¡Mentira!-dijo Melisa-. La naranja, ácida y dulce al mismo tiempo. Da sensación de bienestar.
-Algo ácido nunca da sensación de bienestar, da sensación de ansiedad al cuerpo-dije.
-Nada de eso da sensación de ansiedad-dijo Ciara, cortando la conversación que estábamos manteniendo-. Lo que da verdadera sensación de ansiedad es todo aquello a lo que consideras importante y se esfuma, entre muchas otras cosas.
-¡Vamos!-exclamé-. ¿Todavía sigues con ese tema?
-Está en primero, los de primero son un poco indefensos-respondió Ciara.
-¡Mira a Annabella! Ella al principio era muy indefensa, pero finalmente se soltó-dijo Felicity.
-Perdón, pero hablando de Annabella y Mohamed, ¿dónde están?-interrumpí.
-Es verdad, se fueron así, sin más-dijo Melisa.
-Bueno, no nos preocupemos por ellos, estarán estudiando o cumpliendo los deberes que tienen los niños de primero-dijo Alex-. ¿Os acordáis cuando íbamos a primero? Teníamos muchos deberes que cumplir, entre ellos el deber de estudiar, ¡cómo no!
-Sí, no nos preocupemos-dijo Sheila.
Ciara, afectada, saltó:
-No os importa nada de nada, ¿verdad? ¡Nada más que vuestros propios intereses!
-¿De qué estás hablando?-quiso saber Felicity.
-Estoy hablando de ese mismo tema, pasáis de cualquier cosa que no es importante para cualquiera del grupo-explicó Ciara-.Y cuando hay algo que me importa, que es importante para mí, vosotras hacéis como si eso no existiera, le restáis importancia a las cosas.
-Tú se las sumas demasiado, Ciara, deberías relajarte, además, el problema no es tuyo, y Mohamed sabe arreglar los suyos-dijo Alex.
-No sabe-la contradijo Ciara.
-¿Te imaginas que él se estuviera metiendo en tus problemas, Ciara? Eso no sería nada normal, tampoco-dijo Melisa.
-No te ofendas, pero Melisa tiene razón-dijo Alex.
-Yo también estoy de acuerdo-dije.
-Y yo-dijo Sheila.
-Ya somos 4-dijo Felicity.
-Pues yo esta vez estoy en desacuerdo, tengo que ayudar a ese chico-dijo Ciara-.¡En cualquier momento se pueden meter con él! ¡He de impedirlo cuanto antes!
Y se marchó, en busca de ayuda. Nosotras sí que estábamos realmente preocupadas, como si nuestra buena y gran amiga Ciara se hubiese transformado en una horrible copia de Valerie: Lo malo de Ciara es que era muy cabezota a la hora de ese tipo de situaciones, y se lo tomaba todo muy a pecho. Felicity llegó a una conclusión, una vez que desapareció de nuestra vista:
-¿Y si Ciara está enamorada de Mohamed?
-Podría ser, sí-dijo Melisa-. No obstante, yo siempre he pensado que le gusta Will. ¡Se pelean tanto...! Y ya sabéis lo que dicen: Los amores reñidos son los más queridos. Pero tal vez tengas razón: Igual le ha dado fuerte, aunque lo niegue.
-Por una vez estáis de acuerdo-dijo Dean, que había aparecido otra vez ante nosotras. A veces, The Secret Door parecía una enorme mosca carnicera que nada más que molestaba-. A Ciara le ha dado fuerte.
-No hemos pedido tu opinión, Webster, ¡fuera de aquí!-le espetó Melisa.
-Sí, y ninguna ha dicho que estuviéramos de acuerdo, sólo que podría ser verdad, pero no estamos seguras-dijo Alex.
Pero en realidad Dean sólo estaba intentando retrasarnos: Había puesto en marcha su plan. Joe estaba en el aula de informática con George mientras Will y André vigilaban la puerta del aula por si andaba alguien al acecho. Vince sólo era un poste: Él observaba lo que hacían sus amigos, aburrido.
-¡Ve más rápido!-le urgió George a Joe.
-¡No se me ocurre nada para que la noticia dé más chispa!
-Hablas de tantas matemáticas, pero luego no estás actualizado-dijo George-. Déjame a mí, anda, que soy más imaginativo.
George apartó a Joe de la silla del ordenador con un empujón. Joe cayó hacia atrás y se le cayeron las gafas.
-¡Oye! ¡Ten más cuidado!
-Perdona-se disculpó George en tono de burla, mientras tecleaba rápido en el ordenador.
En 15 minutos no pasó ningún profesor por delante del aula de informática, para el orgullo de los chicos, especialmente de George, que había terminado la falsa noticia. Ahora sólo faltaba imprimirla, y, para nuestra desgracia, ya lo había conseguido: Se imprimieron centenares de copias, pero una copia hizo que la impresora se estropeara.
-¡Oh, oh!-exclamó George, llevándose las manos a la cabeza.
-Ya te dije que para esto era un experto-dijo Joe, enfadado-. Debiste haberme dejado hacer algo. Somos un grupo, cada uno hace algo. Y Vince y yo no hemos hecho nada en toda la "misión".
-Tú y Vince sois dos bistecs de carne insignificantes, los demás somos los expertos aquí-le espetó George.
-¡No es verdad!-se defendió Joe-. ¡Eres tú el que no vales! ¡No me extraña que tu hermanastra te trate de esa forma!
-Retira eso-le ordenó George.
-Lo más importante ahora es el estado de la impresora-intervino Vince, que por una vez había conseguido razonar algo-. ¡Está rota! Puede que yo no sea como Joe, pero creo que deberíamos arreglar la impresora cuanto antes.
-Tiene razón-admitió George-. No hay que perder el tiempo. Si se entera algún profesor, ¡nos sancionarán!
Joe asintió y se pusieron a trabajar. Tras varios intentos, la impresora terminó con un efecto contrario al que ellos deseaban: En lugar de mejorar, ésta empeoraba hasta que se estropeó del todo.
-¡Oh, oh!-exclamó Joe.
-Tranquilo, colega, eso nos pasa por no escuchar tus palabras científicas-dijo George-. No te preocupes. Y perdona por lo de antes.
-No tiene importancia-dijo Joe-. Hay un proverbio que dice...
-...mejor en otra ocasión, si no te importa-lo interrumpió George a propósito. Le aburrían los proverbios que solía mencionar Joe, pero rechazó la idea suavemente, de tal forma que no hiriera sus sentimientos de nuevo.
-De acuerdo-dijo Joe-. Si prefieres en otra ocasión, así será.
André y Will avisaron entonces:
-Viene la señorita Shapiro, apagad las luces del aula de informática. Nosotros os cubriremos y la distraeremos.
Llegó la señorita Shapiro justo cuando Vince apagó las luces y cerró el aula de informática con la llave que había cogido del alero, donde se guardaban las llaves de emergencia.
-Buenos días, señor Davis, señor Johnson, ¿qué hacen ustedes aquí?-preguntó la señorita Shapiro.
-Buenos días, señorita Shapiro-respondió Will, tratando de jugar bien sus cartas de improvisación-. André y yo estamos esperando a la señorita Bennett, habíamos quedado con ella aquí para la clase de refuerzo. Hemos suspendido el examen de matemáticas.
-Quería hacerles una pregunta antes de que me vaya-dijo la señorita Shapiro-. ¿Han visto a la señorita Anderson y al señor Abulabbas? La señorita Richardson me ha dicho que han intentado contactar conmigo en el rato que no estaba.
-No los hemos visto-respondió André.
-Bueno, pues intentaré contactar con ellos por megafonía-dijo la señorita Shapiro-. Gracias de todos modos. Pasen un buen día y mucha suerte en el refuerzo.
-Gracias-dijeron Will y André.
Mientras tanto, Melisa había pillado a Dean con las manos en la masa: Era una gran detective.
-Vale, lo confieso, estamos maquinando nuestro plan de venganza-logró admitir Dean.
-Eso es lo que mis oídos querían oír-dijo Melisa-. Gracias por habernos aportado tu ayuda, Dean, ahora nos será mucho más fácil hacer que las cosas vuelvan a su cauce. Ya sé que no te gusta que todo vuelva a la aburrida y sosa normalidad, pero te aconsejo que a la próxima le añadas azúcar por si te resulta sosa.
Melisa y su sentido irónico eran compatibles. En cuanto salimos del hall dejando a Dean solo, comenzó a capitanear el siguiente plan:
-Felicity, Alex y Sheila, ir al pasillo de las aulas de tecnología a averiguar algo. Ella y yo iremos a buscar a Ciara.
-De acuerdo-dijeron las tres al unísono.
Pero, mientras poníamos en marcha nuestro plan, Mohamed ya había bajado de la biblioteca a encontrar a la señorita Shapiro. Finalmente, la encontró en el patio.
-¡Señorita Shapiro!-la llamó.
La señorita Shapiro se acercó a él y le saludó:
-Buenos días, Mohamed. ¿Había algo que me quería contar? ¿Y la señorita Anderson?
-La he avisado de que quería solucionar mi problema por mi cuenta, no quería pretensiones. Ya sabe, no quería agobiarla para que me ayudara, tengo 12 años y tengo que aprender a solucionar mis problemas por mi cuenta, sin agobiar a nadie para que se sacrifique por mí-le explicó Mohamed.
-Ajá-dijo la señorita Shapiro-. Ahora, dime: ¿Qué querías contarme?
-Me están molestando en clase-confesó Mohamed.
-¿Quiénes?-quiso saber la señorita Shapiro.
-Julien, Marcus y Zacharias-respondió Mohamed-. Comenzaron a llamarme "niño raro" "árabe repelente" y cosas así.
-Eso es muy cruel por parte de ellos tres, además, es acoso escolar y hay que frenarlo con urgencia, Mohamed-dijo la señorita Shapiro-. ¿Cuándo comenzaron a insultarte de forma horrible y cruel?
-Antes de ayer-respondió Mohamed.
-Podrías habérmelo contado, no me extraña en absoluto que la señorita Anderson estuviera preocupadísima-dijo la señorita Shapiro-. ¿Por qué no quisiste contármelo?
-No quería agobiarla, no quería agobiar a nadie-respondió Mohamed.
-Para eso estamos los profesores, Mohamed, para que nos cuentes cuándo te va mal y cuándo bien-le explicó la señorita Shapiro-. Y si te pasa algo así, cuéntamelo a la próxima vez. Si no, es peor. Nosotros queremos que vayas tranquilo, contento y seguro a clase, al igual que el resto de los alumnos. Cuando alguien se meta contigo, por favor, no dudes en decírnoslo, ¿de acuerdo?
-De acuerdo-respondió Mohamed-. Muchas gracias, señorita Shapiro.
-Para eso estamos-dijo la señorita Shapiro-. Le aconsejaría que ahora hablara con la señorita Anderson.
-Lo haré-le prometió Mohamed.
-No te preocupes: Julien, Marcus y Zacharias serán severamente castigados y notificaré a sus padres el tema en una carta dirigida a cada uno-le dijo la señorita Shapiro.
-Gracias de nuevo, señorita Shapiro-le dijo Mohamed, agradecido-. Ciara tenía razón: He de contar las cosas graves a mis padres o profesores. Iré a hablar con ella ahora mismo. O, mejor aún, le daré una sorpresa.
-Hazme caso, Ciara es una buena chica, yo le di clase y es un cielo de niña, una alumna metódica, madura, inteligente, comprensiva, simpática...y buena amiga-dijo la señorita Shapiro-. Y sus amigas también-añadió.
-Sí, ya se le nota en la cara-respondió Mohamed, con una sonrisa-. Y a sus amigas-añadió.-Después concluyó la charla añadiendo-: Bueno, tengo que irme. ¡Hasta luego!
-Hasta luego, Mohamed-se despidió la señorita Shapiro.
Mientras Mohamed iba en busca de nosotras para darle una buena sorpresa a Ciara, Felicity, Sheila y Alex habían logrado averiguar algo. Alex salió de su escondite a la primera y se acercó a Will. Éste se asustó al verla:
-¡Por poco me da un infarto!-exageró-. ¿Qué haces aquí?-preguntó.
-Habla en plural, Felicity, Sheila y yo estamos para averiguar qué hacéis, o, mejor dicho, para revelar la verdad-le explicó Alex-. Melisa ha conseguido hacer rendir a Dean y admitir que estabais planeando algo para humillarnos delante de todo el colegio. Lo siento, pero nosotras no hemos nacido ayer.
Will maldijo por lo bajo a su jefe. Alex continuó la conversación:
-Ahora, ¿qué andáis tramando en el aula de informática?-quiso saber.
-Nada que sea de tu interés-respondió Will. A Alex ya no le extrañaba nada que Ciara y él se estuvieran peleando a todas horas.
-Para tu información, sí es de nuestro interés-intervino Felicity, que se había armado de valor para salir de su cobijo.
Sheila también la imitó. Will y André (que estaba escuchando música con los auriculares, no se daba cuenta de lo que pasaba en ese momento) estaban acorralados.
-Chicas, jurad que no se lo diréis a nadie-dijo Will.
André se quitó entonces los auriculares que llevaba puestos y preguntó:
-¿Qué secreto?
-¿Cuál va a ser, so bobo? ¡Que hemos fastidiado la impresora y no podemos hacer nada para arreglarla!
La señora Cooper, que pasó por delante de ellos en ese momento, clavó una mirada severa en los ojos de Will y André.
-Gracias, André, muchísimas gracias-le susurró Will lleno de rabia.
-Señores Davis, Johnson, ¿qué está pasando?-preguntó la señora Cooper, tratando de mantenerse serena.
Alex miró socarronamente a Will, que finalmente dijo la verdad a regañadientes:
-Hemos estropeado la impresora mientras ordenábamos hacer cien copias.
-¿Y para qué querían cien copias?-preguntó la señora Cooper.
Will y André se encontraron con las miradas socarronas de Felicity, Sheila y Alex. André finalmente confesó:
-Para el próximo número del periódico escolar.
-¿Y para qué si el próximo número no sale hasta la semana que viene?-preguntó la señora Cooper.
Los chicos se cansaban de la retahíla de preguntas de la señora Cooper, pero no tenían otro remedio que responder si no querían recibir un parte de expulsión del colegio:
-Para humillar a Ciara y a Mohamed-respondió finalmente Will.
-¡Perfecto, entonces! La señorita Shapiro acaba de hablar con Julien, Zacharias y Marcus sobre su castigo, por tanto, ustedes se unirán a la partida. Diez libras cada hora por cabeza...entre ustedes y sus amigos pagarán el arreglo del técnico. Por favor, permítanme-se abrió paso entre Will y André, y abrió la puerta del aula con una copia de la llave de esta.
La señora Cooper se encontró a Vince, George y Joe. George y Joe estaban arreglando la impresora, mientras que Vince jugaba a la PSP. Cuando sus ojos se posaron en los ojos severos de la señora Cooper, él apagó la PSP y la guardó antes de que se la confiscara.
-Bien hecho, señor McCormack, muy bien hecho-lo felicitó la señora Cooper irónicamente-. Se merecen un premio: Usted y los señores Thomas y Anderson se unirán a la partida.
-¿Qué partida?-preguntó George.
-El premio al lío en que nos hemos metido-respondió Joe-. Por culpa de Dean, vamos a estar limpiando el colegio entero durante una semana. Diez dólares por cabeza para pagar el arreglo del técnico. Y no vamos a estar nosotros cinco, no: Van a unirse Marcus, Julien y Zacharias, de primer curso.
-Y el señor Webster también va a participar, estoy segura de que a él se le ha ocurrido cometer esta fechoría que dejará huella en cada uno de vuestros respectivos expedientes-dijo la directora en tono severo-. A él le dejará huella por habérsele ocurrido la idea; y a vosotros, por ser sus perros de caza y obedecerlo. El que no quiere ir de bueno, va de malo. Y los malos se merecen un castigo.
Melisa y yo ya habíamos encontrado a Ciara. Estaba en el gimnasio, haciendo movimientos de ballet.
-¡Aquí estás! ¡Llevamos buscándote por todo el colegio!-exclamó Melisa, indignada-. Queda menos de un minuto para que el recreo llegue a su fin, ¿y tú estás tan pancha en el gimnasio?
-Las panchas sois vosotras, no os importa nada más que vuestros intereses y actuáis como pasotas ante las cosas importantes-dijo Ciara.
-Estás llegando muy lejos-le dije-. Para tu información, hemos visto a la señorita Shapiro.
-¿Ha llegado?-preguntó Ciara.
-¡Claro! ¡Hace cinco minutos!-respondió Melisa.
-Pero lo más importante es que...-dije, dejando la frase en el aire.
-¿Qué? ¿Qué es lo más importante?-quiso saber Ciara.
Melisa y yo nos habíamos encontrado con Mohamed minutos antes:
-¡Mohamed!-exclamamos al unísono.
-¡Sssh!-nos ordenó que nos calláramos.
Yo le pregunté en voz más baja:
-¿Qué pasa?
-Voy a darle una sorpresa a vuestra amiga, no lo estropeéis-nos explicó.
Nos contó su plan en voz baja, y ahí fue cuando encontramos a Ciara en el gimnasio.
Entró Mohamed después de que Ciara hubiese preguntado qué era lo más importante. Ciara lo miró, perpleja:
-¡MOHAMEEEED!-exclamó.
-Sí, le he contado a la señorita Shapiro todo y ya ha hablado conmigo y con los matones, los ha castigado una semana limpiando el colegio entero-le explicó Mohamed a Ciara-. Para que veas que tienes que confiar más en la gente y darle más tiempo a que intente resolver sus problemas. A veces, reaccionamos como las plantas.
-Es verdad, siento mucho haberte presionado tanto-se disculpó Ciara-. Mil perdones. Temía que no supieras resolverlo tú solo...pero me has demostrado que eres un muchacho valiente. Y para que veas que confiar en los profesores no es malo-añadió guiñándole un ojo.
-Sí, tienes razón-dijo Mohamed-. Y no importa: Disculpas aceptadas.
Ciara se volvió hacia nosotras:
-Melisa, Ella, perdonad por lo de antes: Estaba muy mosqueada y demasiado preocupada por el estado de Mohamed: Temía que el remedio pudiera ser peor que la enfermedad.
-Desconfías demasiado, intenta confiar más-le dije.
-Procuraré intentarlo-dijo Ciara con una sonrisa amplia.
Melisa recibió entonces un SMS en su BlackBerry:
-Acabo de recibir un mensaje de Felicity-nos informó-. The Secret Door ha sido descubierto y la directora les ha castigado con los matones de primer curso a limpiar el instituto entero. Les darán diez libras por cada hora que lo limpien para pagar el arreglo del técnico. ¡Qué bien les ha caído!
-Ya te digo-dijo Ciara.
-Sí, los malos se merecen jarabe de palo-dije, con una sonrisa.
-¡Qué rima más buena!-dijo Mohamed.
El timbre sonó: El recreo había terminado, y con ello, nuestra aventura.
Ciara volvió a disculparse ante todas nosotras por haberse comportado de forma tan tonta, y prometió no volver a hacerlo, además de intentar confiar un poco más en la gente de fiar. The Secret Door, Marcus, Julien y Zacharias limpiaron el instituto entero durante una semana: Al entrar al insti, las aulas estaban limpias como los chorros de loro, pero a la salida quedaban más o menos como una cuadra, y tenían que volver a limpiarlo y ordenado todo bajo la supervisión de la señora Measly.
Lo que hemos aprendido en esta primera aventura es que ayudar está bien cuando uno lo necesita, pero no hay que ayudar en exceso, ya que podría molestar a la gente que quiere hacer y resolver las cosas por su cuenta, o en otros casos las personas pueden aprovecharse fácilmente y abusar, como Valerie con Jessica. En cuanto a Mohamed, ahora va más tranquilo y seguro a clase, e incluso puede almorzar tranquilo. Y en caso de que te ocurra algo como le pasó a él, coméntaselo a tus padres o profesores de inmediato. Ellos te ayudarán a tajar el asunto de inmediato. Decir NO al acoso escolar es plantarle cara al mismo.
-¡Je, je, je!-se rió Alex.
-¡Ahora no me he trabado, oye!-exclamó Ciara, entre severa y divertida, mientras le daba un codazo cariñoso a Alex.
-Ya lo sé-dijo Alex, con una sonrisa pícara.
Salimos al patio. Ahí atravesamos otro bache, el de los chicos, The Secret Door.
-¡Pringadillas! ¿Cómo os va la vida? ¿Os estáis pringando con aceite?-nos preguntó Dean en tono burlón.
-Seguro que son tan tontas que son capaces de pasarse por la sartén hasta tostarse-dijo Vince.
-¡Mirad quiénes hablan! ¡Los que el otro día dijeron que 2 por 6 eran 8!-dijo Ciara.
Dejamos a los chicos perplejos mientras nos reíamos por lo bajo. Entonces saltó George para defender a su grupo:
-¡Nos confundimos con 2 + 6! Hay tanto alboroto matemático...
-Eso es verdad, francamente-dijo Joe-. Hay un refrán que dice: "El que tiene boca se equivoca, y el que no, se calla la boca". Además, está científicamente demostrado que...
-Tus teorías para luego-lo interrumpió Will. Joe era capaz de aburrir a la gente soltando sus teorías de Pitágoras. Tenía un mote por el que era muy conocido: "Joe el Pitagorín".
-Lo siento-se disculpó él, y volvió a callarse.
Aprovechamos nuestro momento para irnos cuando Vince preguntó:
-¿A dónde han ido las chicas?
-Nos las van a pagar por haberse ido así como así y por habernos dejado en ridículo-dijo Dean-. Hay que maquinar algo.
-Ciara y sus amigas tienen un diario grupal-sugirió George-. Si queréis, yo se lo robo y luego leemos sus peores equivocaciones, si es que están escritas.
-¡Buena idea, George!-exclamó Dean-. ¡Y por supuesto que quiero que se lo robes!
-Ciara y sus amiguitas no han hecho más que empezar a sembrar una nueva batalla-dijo Will.
-¡Esa frase sólo la puedo decir yo, Will, ¿queda claro?!-lo riñó Dean.
Mientras los chicos empezaban a maquinar su diabólico plan, nosotras almorzábamos tranquilamente hasta que nos fijamos en un pacífico niño y en unos matones. Entonces nos dimos cuenta de que éste estaba siendo acosado por los matones.
-¡Es horrible! ¡Hay que detenerlo ya!-exclamó Ciara-. ¡Eso es acoso escolar! ¡No se puede permitir! ¡Hay que frenarlo cuanto antes!
-Ciara, no lo hagas, igual ellos te meten en problemas a ti también-le advirtió Alex.
-Pero es una situación grave, Alex, hay que frenarla-dijo Sheila, que estaba de parte de Ciara.
Ciara se dirigió hacia donde estaban el niño y los matones, y les plantó cara:
-¿Qué os pasa con el chico?
-¿Eres su novia o algo?-le preguntó un matón.
-No te importa, pero que sepáis tú y tus amiguitos que soy testigo de lo que le estáis haciendo al muchacho, y que soy capaz de quejarme a la señora Cooper-le explicó Ciara.
-¿Te estás chuleando?-le espetó el amigo del primer matón.
-No me estoy chuleando, soy mayor que vosotros y los mayores tienen que ayudar a los pequeños, es la ley de la justicia, pero vosotros nunca la entenderíais porque tenéis un cerebro del tamaño de un mosquito y sois del contrabando-le explicó Ciara con tono duro.
-¡Qué sabelotodo!-exclamó el primer matón.
-Jamás me llames sabelotodo en mi presencia-se defendió Ciara-. Ni siquiera en mi ausencia. Y tus pensamientos te los tragas, mocoso. Tanto tú como tu amiguito, os tragáis los pensamientos. Y, como volváis a atacar, en breve os veréis en el despacho de la señora Cooper con un parte de expulsión de un mes. ¡Largo y dejad al chico!-les ordenó.
Los matones se marcharon, mirando a Ciara con mirada asesina. Ciara les devolvió la mirada: Odiaba más que nada al acoso y sus miembros.
-¿Estás bien?-le preguntó al chico de primero.
-Sí, gracias-respondió el chico.
-Si se vuelven a meter contigo, pide ayuda a los profesores, detendrán el acoso de inmediato-le aconsejó Ciara-. Y de nada, para eso están los delegados de curso. ¿Cómo te llamas?
-Mohamed-respondió el muchacho-. Soy árabe.
-Encantada, soy Ciara-se presentó Ciara-. Y aquellas son mis amigas: Felicity, Sheila, Ella, Alex y Melisa. Si necesitas algo, estaremos encantadas de ayudarte. Y cuando esos se te vuelvan a meter contigo, no dudes en comunicárselo a Bridgit. Es buena tutora y te aseguro que pone freno a situaciones como ésta.
-Soy muy tímido y tengo miedo de confesarle eso y agobiarla más todavía-dijo Mohamed.
-¡No la agobias para nada! Además, tú estás agobiado porque esos tontos te hacen la vida imposible. Y Bridgit se inquietará aún más si no se lo cuentas. Saldrá todo bien, Mohamed, ya lo verás-lo tranquilizó Ciara.
-Gracias por animarme, Ciara-dijo Mohamed-. Te prometo que se lo contaré a la señorita Shapiro.
Bridgit Shapiro era la tutora de primero, la gente la consideraba el clon de la señorita Bennett por su carácter recto y serio. Era profesora de música.
-¿Por qué los tutores de los cursos impares tienen que ser tan rectos como varas?-le pregunté entonces a Felicity para entablar una conversación.
-Supongo que porque los cursos impares son los más duros-respondió Felicity, encogiéndose de hombros.
-¡Por favor!-replicó Melisa, a punto de reírse-. ¡No me hagáis reír! Sólo es pura coincidencia: La señorita Shapiro, la señorita Bennett y la señorita Huerta son las tutoras más estrictas del insti y dan a cursos impares, vale, pero eso es sólo pura coincidencia.
Melisa y sus susceptibilidades. Algo que normalmente suele ocurrir a menudo es que su susceptibilidad está a flor de piel por cualquier cosa.
-Lo hacía para entablar una conversación, no podemos quedarnos mirando a Ciara y a Mohamed como unas tontas sin hablar de nada-respondí.
Para mí, entre muchas otras personas, el silencio es el fruto del aburrimiento. Para otras personas, como Melisa, el silencio es un aposento donde se puede contactar fácilmente con uno mismo. Pero cada uno tiene su forma de mirar el silencio. A lo que iba:
Los chicos atacaron de nuevo al oír mis palabras, porque pasaron delante de nosotras otra vez:
-¿Ciara y Mohamed? ¡La verdad es que sí, hacen muy buena pareja!-empezó Will.
-Cierra el pico, que no hemos hablado contigo-le espetó Melisa.
<<Hum, sería interesantísimo publicarlo en el periódico>>, pensó Dean. <<Creo que Joe es el rehén perfecto para que escriba y publique dicha noticia>>. <<Además de robar el diario del club, ¿por qué no inventarnos una mentira para el periódico escolar y así dejarlas a todas en ridículo? Bien pensado, Dean, eres un genio>>.
Como yo decía, para otros, el silencio era un aposento donde uno podía contactar con uno mismo y, además, construir sus propios pensamientos e ideas. Otros aprovechan, en lugar del silencio, el ruido de la clase para distraerse y entrar en su propio planeta, en el caso de Felicity y reconozco que también en mi caso: Nadie es perfecto.
-¡Hola!-le gritó Sheila a Dean entonces, aprovechando que estaba distraído-: ¡Tierra llamando a Dean!
Dean se achantó, tal y como esperábamos.
-¡Madre mía, qué susto!-exclamó-. ¡Me las pagarás!
-Mándame la factura con la cuota-respondió Sheila, mientras nosotras reíamos por lo bajo.
Los compinches de Dean miraban a su jefe como atontados. Entonces llegaron Ciara y Mohamed.
-¿Salís juntos?-preguntó Will entonces.
-Vete a paseo-le espetó Ciara, mientras que acompañaba a Mohamed a un sitio-. Encima, no tienes otra cosa mejor que hacer que molestar al personal. Ni tú, ni el resto. A veces pienso que nada más que estáis como farolas, para adornar el recinto escolar.
Nosotras nos reímos a carcajadas, mientras Ciara nos miraba guiñando un ojo. Will movió los ojos con arrogancia. Pero George no iba a permitir que su grupo se achantara tan fácilmente:
-¡Anda con cuidado, Ciara Iris Anderson!-gritó, llamando a Ciara por su nombre completo-. ¡Si sigues así nos las vas a pagar muy caras!
-Si eres tú el que finalmente paga la prenda-dijo Ciara, y se largó con Mohamed. Pero aun así, George no se iba a dar por vencido.
Mientras los chicos se fueron frustrados y a la vez ansiosos por vengarse de nosotras, Ciara y Mohamed iban a la sala de profesores en busca de la señorita Shapiro.
-Señorita Richardson, ¿está la señorita Shapiro?-le preguntó Ciara a la tutora de cuarto curso en la sala de profesores, al no ver a la señorita Shapiro por ningún rincón de la sala.
-La señorita Shapiro no está-respondió la señorita Richardson con serenidad-. Ha salido un momento. Lo siento.
-No se preocupe, y perdone las molestias, señorita Richardson-respondió Ciara, desanimada en su interior.
-Oíd, si queréis contarme algo, no os preocupéis, ya hablaré con vuestras tutoras si hace falta-insistió la señorita Richardson-. No me importa en absoluto.
-No se moleste, señorita Richardson, en otro momento, de verdad-dijo Ciara-. Aunque gracias de todos modos.
-Bueno, anda, no insisto más...-dijo la señorita Richardson-. Como queráis. No quiero forzaros.
-Gracias, señorita Richardson, hasta luego-se despidió Ciara.
Ciara estaba muy preocupada por la situación de Mohamed. Para tranquilizar al muchacho (y para tranquilizarse a sí misma) dijo:
-No te preocupes, Mohamed, ya vendrá. Habrá salido a hacer un recado o algo así. Pero lo importante es decirlo: Como dice un refrán, más vale tarde que nunca. Luego te acompaño si quieres para decírselo-le propuso-. Si te da vergüenza, puedo ayudarte.
-No te molestes, gracias-rechazó Mohamed amablemente-. Y gracias por haberlo intentado.
-Para mí no es ninguna molestia-insistió Ciara-. Y de nada-añadió con una sonrisa cálida-. Para eso somos los delegados.-Entonces recordó que lo había dicho antes y añadió-: Y perdona por habértelo repetido, lo siento.
-No importa-dijo Mohamed-. Yo no soy de esos tipos a los que odia la gente que recalca las cosas.
Ciara le dedicó una sonrisa. Mohamed se la devolvió. Pero entonces algo les estropeó el momento: Valerie Guasch y Jessica Finster. La unión de dos pequeños y perversos ratones forma una horrible y monstruosa rata de alcantarilla, más cizañera y perversa.
-¡Qué bonito!-exclamó Valerie fingiendo sorpresa-. ¡Ciara y Mohamed! Hacen buena pareja, ¿verdad, Jess?-le preguntó a su amiga, pero antes de que la pobre chiquilla respondiera, Ciara contraatacó. No se iba a dar por vencido:
-Piérdete, Valerie, que nada más que molestas, y en este instituto sobras.
-Si sobro yo, mis fans también sobran-respondió Valerie-. Y Jess también.
-Sí, tú y todas tus ratas de alcantarilla-le espetó Ciara.
-Hacen muy buena pareja, Valerie, por supuesto que sí-afirmó Jess en ese momento, lo cual hizo que Ciara "pisara el acelerador" con mucha más fuerza y contraatacara de nuevo, pero The Secret Door se lo impidió:
-Por una vez estamos de acuerdo-dijo Will-. La mandona que se cree muy lista y el tonto que se cree muy listo hacen buena pareja. ¡Que se besen, que se besen!
Los demás se unieron al coro para hacerle compañía: Ciara estaba que echaba humo, y Mohamed estaba rojo como un tomate de la vergüenza que estaba pasando. Pero por suerte, Annabella había llegado en ese preciso instante:
-¡Dejadlos en paz, cabezas huecas!-atacó-. ¿Es que no sabéis comportaros? Muy bien, yo misma llamaré a la señorita Shapiro para que os lleve de vuelta a Primaria. Por mí, no me importa nada. Todo aquel, toda aquella, todos aquellos o todas aquellas que se metan con un miembro o con el grupo Smiling Friends se la tendrán que ver conmigo. Y quien toque a Mohamed, también.
Annabella y Mohamed eran muy buenos amigos.
-¿Me estás desafiando, enana del contrabando?-preguntó Valerie, que desde entonces la consideraba una "enana del contrabando" por ser fan de Smiling Friends.
-¡No me llames así, no soy ninguna enana!-respondió Annabella-. Y lo que tú estás llamando "contrabando" no existe. Tú eres el contrabando, o, mejor dicho, tú eres la contrabandista.
Ciara y Mohamed quedaron perplejos del carácter espabilado de Annabella. Desde que su vida dio un giro, ahora se había convertido en una chica extrovertida, segura de sí misma y capaz de abrirse a los demás. Los retacos (los chicos) se habían marchado, y Valerie y Jessica también decidieron retirarse. Annabella terminó su defensa con:
-¡Muy bien, cobardes, volved a vuestras madrigueras! ¡Y, a poder ser posible, no volváis a salir de ellas! ¡Ni siquiera asoméis la cabeza al exterior, porque os aseguro que os la veréis conmigo!
Ciara se quedó boquiabierta. En cuanto se le pasó el susto, dijo:
-Gracias, Annabella.
-Sí, gracias-dijo Mohamed, que también había recuperado el habla.
-De nada-dijo Annabella-. Para eso están los amigos, ¿no?
-Sí-respondieron Ciara y Mohamed con una sonrisa.
-Por cierto, Mohamed, ¿te ocurre algo?-le preguntó Annabella.
-¿Por qué lo preguntas?-respondió Mohamed.
Annabella estuvo a punto de responder, cuando llegamos nosotras. Felicity preguntó:
-¿Qué hacían los retacos, Valerie y Jessica con cara de asco? Los vimos ahora bajar para volver al patio. ¿Ha ocurrido algo?
-Estamos aquí porque creemos que ha sido por algo que habéis defendido-explicó Melisa.
-En efecto-confirmó Annabella-. Ciara y Mohamed estaban a punto de ser acosados por esos tontos. Yo hice lo que llamo un stop-bullying, un freno al acoso escolar.
-Es horrible eso del acoso-dijo Sheila-. Repugnante y horrible.
-Igual que los acosadores-añadió Alex-. Los acosadores son personas horribles y repugnantes, además de crueles.
-Sí, no tienen otra cosa mejor que hacer que fastidiar a las buenas personas, a las que tienen buen corazón y son inocentes-dije.
-Es como someter a alguien a esclavitud-dijo Felicity.
-Las dos cosas son igual de peores, crueles y malintencionadas-dijo Melisa.
-¡Bien dicho, Melisa!-exclamó Sheila.
-Gracias-dijo Melisa.
-No hay tiempo para halagos, hay que ayudar a Mohamed-dijo Ciara.
Felicity y yo estábamos hablando entonces de moda:
-Lancôme ha sacado una nueva gama de pintalabios con sabores-dije-. Todavía me compré ayer el de frambuesa, es mi sabor favorito.
-¡Qué suerte! ¡Yo también pensaba comprármelo, pero mi madre dice que es muy caro! ¡Y adoro la frambuesa! Esos pintalabios son únicos: tienen una función que sirve para hidratar los labios, funciona también como labial: Colorido, pero discreto al mismo tiempo.
-Yo también pensaba calificarlo de esa forma tan "elegante"-dije.
Pero Ciara detuvo nuestra conversación con una mirada ceñuda y dijo irónicamente:
-¿A qué estáis esperando? ¿Sabéis qué? Mi sabor favorito es el de melocotón, pero no me quiero meter en el tema porque hay que ayudar a Mohamed y es mucho más importante que el tema de la moda.
-Ciara, verás, no hace falta que me ayudes, puedo yo solo-dijo Mohamed entonces.
Ciara miró a Mohamed triste.
-De verdad, puedo yo solo-insistió Mohamed-. No te preocupes por nada. Estaré bien.
-¿Estás seguro?-preguntó Ciara.
-Claro, no estés así, tranquilízate, sé cuidarme solo-dijo Mohamed.
-Bueno, pues no te agobio entonces-concluyó Ciara-. Si me necesitas, ya sabes dónde estamos mis amigas y yo.
A Ciara, aunque tratara de disimularlo, le hubiese gustado ayudar a Mohamed, pero claro, en esta vida hay cosas que son difíciles de alcanzar y necesitamos un "taburete" para conseguirlas. Y en otros casos (en el caso de Ciara) es que no todo sale como uno quiere. El destino es un niño pequeño caprichoso a veces. Él es el único capaz de conseguir lo que quiere a su manera.
Felicity y yo continuamos hablando de la conversación antes corrompida por Ciara para animar un poco al grupo, pero ésta no estaba de humor:
-Venga, Ciara, revélanos tu sabor favorito de pintalabios-intentó animarla Felicity-. Igual te animas un poco más.
-Sí, venga, dínoslo-insistí.
-El mío es el de piña colada-respondió Sheila en su lugar-. Me encantan las piñas. Siempre me ha parecido que tenían algo especial.
-Mi sabor favorito es el plátano, porque sabe muy bien-dijo Alex-. Y mi animal favorito, el mono. ¡Son tan cucos...!
-El mío, el de naranja, me encanta su sabor-dijo Melisa-. Ese sabor tan ácido en los caramelos, tan dulce en los zumos...
-El nuestro el de frambuesa, mirad por dónde, es la cosa más rica que se haya visto en el mundo silvestre-respondimos Felicity y yo al unísono.
-¡Mentira!-dijo Melisa-. La naranja, ácida y dulce al mismo tiempo. Da sensación de bienestar.
-Algo ácido nunca da sensación de bienestar, da sensación de ansiedad al cuerpo-dije.
-Nada de eso da sensación de ansiedad-dijo Ciara, cortando la conversación que estábamos manteniendo-. Lo que da verdadera sensación de ansiedad es todo aquello a lo que consideras importante y se esfuma, entre muchas otras cosas.
-¡Vamos!-exclamé-. ¿Todavía sigues con ese tema?
-Está en primero, los de primero son un poco indefensos-respondió Ciara.
-¡Mira a Annabella! Ella al principio era muy indefensa, pero finalmente se soltó-dijo Felicity.
-Perdón, pero hablando de Annabella y Mohamed, ¿dónde están?-interrumpí.
-Es verdad, se fueron así, sin más-dijo Melisa.
-Bueno, no nos preocupemos por ellos, estarán estudiando o cumpliendo los deberes que tienen los niños de primero-dijo Alex-. ¿Os acordáis cuando íbamos a primero? Teníamos muchos deberes que cumplir, entre ellos el deber de estudiar, ¡cómo no!
-Sí, no nos preocupemos-dijo Sheila.
Ciara, afectada, saltó:
-No os importa nada de nada, ¿verdad? ¡Nada más que vuestros propios intereses!
-¿De qué estás hablando?-quiso saber Felicity.
-Estoy hablando de ese mismo tema, pasáis de cualquier cosa que no es importante para cualquiera del grupo-explicó Ciara-.Y cuando hay algo que me importa, que es importante para mí, vosotras hacéis como si eso no existiera, le restáis importancia a las cosas.
-Tú se las sumas demasiado, Ciara, deberías relajarte, además, el problema no es tuyo, y Mohamed sabe arreglar los suyos-dijo Alex.
-No sabe-la contradijo Ciara.
-¿Te imaginas que él se estuviera metiendo en tus problemas, Ciara? Eso no sería nada normal, tampoco-dijo Melisa.
-No te ofendas, pero Melisa tiene razón-dijo Alex.
-Yo también estoy de acuerdo-dije.
-Y yo-dijo Sheila.
-Ya somos 4-dijo Felicity.
-Pues yo esta vez estoy en desacuerdo, tengo que ayudar a ese chico-dijo Ciara-.¡En cualquier momento se pueden meter con él! ¡He de impedirlo cuanto antes!
Y se marchó, en busca de ayuda. Nosotras sí que estábamos realmente preocupadas, como si nuestra buena y gran amiga Ciara se hubiese transformado en una horrible copia de Valerie: Lo malo de Ciara es que era muy cabezota a la hora de ese tipo de situaciones, y se lo tomaba todo muy a pecho. Felicity llegó a una conclusión, una vez que desapareció de nuestra vista:
-¿Y si Ciara está enamorada de Mohamed?
-Podría ser, sí-dijo Melisa-. No obstante, yo siempre he pensado que le gusta Will. ¡Se pelean tanto...! Y ya sabéis lo que dicen: Los amores reñidos son los más queridos. Pero tal vez tengas razón: Igual le ha dado fuerte, aunque lo niegue.
-Por una vez estáis de acuerdo-dijo Dean, que había aparecido otra vez ante nosotras. A veces, The Secret Door parecía una enorme mosca carnicera que nada más que molestaba-. A Ciara le ha dado fuerte.
-No hemos pedido tu opinión, Webster, ¡fuera de aquí!-le espetó Melisa.
-Sí, y ninguna ha dicho que estuviéramos de acuerdo, sólo que podría ser verdad, pero no estamos seguras-dijo Alex.
Pero en realidad Dean sólo estaba intentando retrasarnos: Había puesto en marcha su plan. Joe estaba en el aula de informática con George mientras Will y André vigilaban la puerta del aula por si andaba alguien al acecho. Vince sólo era un poste: Él observaba lo que hacían sus amigos, aburrido.
-¡Ve más rápido!-le urgió George a Joe.
-¡No se me ocurre nada para que la noticia dé más chispa!
-Hablas de tantas matemáticas, pero luego no estás actualizado-dijo George-. Déjame a mí, anda, que soy más imaginativo.
George apartó a Joe de la silla del ordenador con un empujón. Joe cayó hacia atrás y se le cayeron las gafas.
-¡Oye! ¡Ten más cuidado!
-Perdona-se disculpó George en tono de burla, mientras tecleaba rápido en el ordenador.
En 15 minutos no pasó ningún profesor por delante del aula de informática, para el orgullo de los chicos, especialmente de George, que había terminado la falsa noticia. Ahora sólo faltaba imprimirla, y, para nuestra desgracia, ya lo había conseguido: Se imprimieron centenares de copias, pero una copia hizo que la impresora se estropeara.
-¡Oh, oh!-exclamó George, llevándose las manos a la cabeza.
-Ya te dije que para esto era un experto-dijo Joe, enfadado-. Debiste haberme dejado hacer algo. Somos un grupo, cada uno hace algo. Y Vince y yo no hemos hecho nada en toda la "misión".
-Tú y Vince sois dos bistecs de carne insignificantes, los demás somos los expertos aquí-le espetó George.
-¡No es verdad!-se defendió Joe-. ¡Eres tú el que no vales! ¡No me extraña que tu hermanastra te trate de esa forma!
-Retira eso-le ordenó George.
-Lo más importante ahora es el estado de la impresora-intervino Vince, que por una vez había conseguido razonar algo-. ¡Está rota! Puede que yo no sea como Joe, pero creo que deberíamos arreglar la impresora cuanto antes.
-Tiene razón-admitió George-. No hay que perder el tiempo. Si se entera algún profesor, ¡nos sancionarán!
Joe asintió y se pusieron a trabajar. Tras varios intentos, la impresora terminó con un efecto contrario al que ellos deseaban: En lugar de mejorar, ésta empeoraba hasta que se estropeó del todo.
-¡Oh, oh!-exclamó Joe.
-Tranquilo, colega, eso nos pasa por no escuchar tus palabras científicas-dijo George-. No te preocupes. Y perdona por lo de antes.
-No tiene importancia-dijo Joe-. Hay un proverbio que dice...
-...mejor en otra ocasión, si no te importa-lo interrumpió George a propósito. Le aburrían los proverbios que solía mencionar Joe, pero rechazó la idea suavemente, de tal forma que no hiriera sus sentimientos de nuevo.
-De acuerdo-dijo Joe-. Si prefieres en otra ocasión, así será.
André y Will avisaron entonces:
-Viene la señorita Shapiro, apagad las luces del aula de informática. Nosotros os cubriremos y la distraeremos.
Llegó la señorita Shapiro justo cuando Vince apagó las luces y cerró el aula de informática con la llave que había cogido del alero, donde se guardaban las llaves de emergencia.
-Buenos días, señor Davis, señor Johnson, ¿qué hacen ustedes aquí?-preguntó la señorita Shapiro.
-Buenos días, señorita Shapiro-respondió Will, tratando de jugar bien sus cartas de improvisación-. André y yo estamos esperando a la señorita Bennett, habíamos quedado con ella aquí para la clase de refuerzo. Hemos suspendido el examen de matemáticas.
-Quería hacerles una pregunta antes de que me vaya-dijo la señorita Shapiro-. ¿Han visto a la señorita Anderson y al señor Abulabbas? La señorita Richardson me ha dicho que han intentado contactar conmigo en el rato que no estaba.
-No los hemos visto-respondió André.
-Bueno, pues intentaré contactar con ellos por megafonía-dijo la señorita Shapiro-. Gracias de todos modos. Pasen un buen día y mucha suerte en el refuerzo.
-Gracias-dijeron Will y André.
Mientras tanto, Melisa había pillado a Dean con las manos en la masa: Era una gran detective.
-Vale, lo confieso, estamos maquinando nuestro plan de venganza-logró admitir Dean.
-Eso es lo que mis oídos querían oír-dijo Melisa-. Gracias por habernos aportado tu ayuda, Dean, ahora nos será mucho más fácil hacer que las cosas vuelvan a su cauce. Ya sé que no te gusta que todo vuelva a la aburrida y sosa normalidad, pero te aconsejo que a la próxima le añadas azúcar por si te resulta sosa.
Melisa y su sentido irónico eran compatibles. En cuanto salimos del hall dejando a Dean solo, comenzó a capitanear el siguiente plan:
-Felicity, Alex y Sheila, ir al pasillo de las aulas de tecnología a averiguar algo. Ella y yo iremos a buscar a Ciara.
-De acuerdo-dijeron las tres al unísono.
Pero, mientras poníamos en marcha nuestro plan, Mohamed ya había bajado de la biblioteca a encontrar a la señorita Shapiro. Finalmente, la encontró en el patio.
-¡Señorita Shapiro!-la llamó.
La señorita Shapiro se acercó a él y le saludó:
-Buenos días, Mohamed. ¿Había algo que me quería contar? ¿Y la señorita Anderson?
-La he avisado de que quería solucionar mi problema por mi cuenta, no quería pretensiones. Ya sabe, no quería agobiarla para que me ayudara, tengo 12 años y tengo que aprender a solucionar mis problemas por mi cuenta, sin agobiar a nadie para que se sacrifique por mí-le explicó Mohamed.
-Ajá-dijo la señorita Shapiro-. Ahora, dime: ¿Qué querías contarme?
-Me están molestando en clase-confesó Mohamed.
-¿Quiénes?-quiso saber la señorita Shapiro.
-Julien, Marcus y Zacharias-respondió Mohamed-. Comenzaron a llamarme "niño raro" "árabe repelente" y cosas así.
-Eso es muy cruel por parte de ellos tres, además, es acoso escolar y hay que frenarlo con urgencia, Mohamed-dijo la señorita Shapiro-. ¿Cuándo comenzaron a insultarte de forma horrible y cruel?
-Antes de ayer-respondió Mohamed.
-Podrías habérmelo contado, no me extraña en absoluto que la señorita Anderson estuviera preocupadísima-dijo la señorita Shapiro-. ¿Por qué no quisiste contármelo?
-No quería agobiarla, no quería agobiar a nadie-respondió Mohamed.
-Para eso estamos los profesores, Mohamed, para que nos cuentes cuándo te va mal y cuándo bien-le explicó la señorita Shapiro-. Y si te pasa algo así, cuéntamelo a la próxima vez. Si no, es peor. Nosotros queremos que vayas tranquilo, contento y seguro a clase, al igual que el resto de los alumnos. Cuando alguien se meta contigo, por favor, no dudes en decírnoslo, ¿de acuerdo?
-De acuerdo-respondió Mohamed-. Muchas gracias, señorita Shapiro.
-Para eso estamos-dijo la señorita Shapiro-. Le aconsejaría que ahora hablara con la señorita Anderson.
-Lo haré-le prometió Mohamed.
-No te preocupes: Julien, Marcus y Zacharias serán severamente castigados y notificaré a sus padres el tema en una carta dirigida a cada uno-le dijo la señorita Shapiro.
-Gracias de nuevo, señorita Shapiro-le dijo Mohamed, agradecido-. Ciara tenía razón: He de contar las cosas graves a mis padres o profesores. Iré a hablar con ella ahora mismo. O, mejor aún, le daré una sorpresa.
-Hazme caso, Ciara es una buena chica, yo le di clase y es un cielo de niña, una alumna metódica, madura, inteligente, comprensiva, simpática...y buena amiga-dijo la señorita Shapiro-. Y sus amigas también-añadió.
-Sí, ya se le nota en la cara-respondió Mohamed, con una sonrisa-. Y a sus amigas-añadió.-Después concluyó la charla añadiendo-: Bueno, tengo que irme. ¡Hasta luego!
-Hasta luego, Mohamed-se despidió la señorita Shapiro.
Mientras Mohamed iba en busca de nosotras para darle una buena sorpresa a Ciara, Felicity, Sheila y Alex habían logrado averiguar algo. Alex salió de su escondite a la primera y se acercó a Will. Éste se asustó al verla:
-¡Por poco me da un infarto!-exageró-. ¿Qué haces aquí?-preguntó.
-Habla en plural, Felicity, Sheila y yo estamos para averiguar qué hacéis, o, mejor dicho, para revelar la verdad-le explicó Alex-. Melisa ha conseguido hacer rendir a Dean y admitir que estabais planeando algo para humillarnos delante de todo el colegio. Lo siento, pero nosotras no hemos nacido ayer.
Will maldijo por lo bajo a su jefe. Alex continuó la conversación:
-Ahora, ¿qué andáis tramando en el aula de informática?-quiso saber.
-Nada que sea de tu interés-respondió Will. A Alex ya no le extrañaba nada que Ciara y él se estuvieran peleando a todas horas.
-Para tu información, sí es de nuestro interés-intervino Felicity, que se había armado de valor para salir de su cobijo.
Sheila también la imitó. Will y André (que estaba escuchando música con los auriculares, no se daba cuenta de lo que pasaba en ese momento) estaban acorralados.
-Chicas, jurad que no se lo diréis a nadie-dijo Will.
André se quitó entonces los auriculares que llevaba puestos y preguntó:
-¿Qué secreto?
-¿Cuál va a ser, so bobo? ¡Que hemos fastidiado la impresora y no podemos hacer nada para arreglarla!
La señora Cooper, que pasó por delante de ellos en ese momento, clavó una mirada severa en los ojos de Will y André.
-Gracias, André, muchísimas gracias-le susurró Will lleno de rabia.
-Señores Davis, Johnson, ¿qué está pasando?-preguntó la señora Cooper, tratando de mantenerse serena.
Alex miró socarronamente a Will, que finalmente dijo la verdad a regañadientes:
-Hemos estropeado la impresora mientras ordenábamos hacer cien copias.
-¿Y para qué querían cien copias?-preguntó la señora Cooper.
Will y André se encontraron con las miradas socarronas de Felicity, Sheila y Alex. André finalmente confesó:
-Para el próximo número del periódico escolar.
-¿Y para qué si el próximo número no sale hasta la semana que viene?-preguntó la señora Cooper.
Los chicos se cansaban de la retahíla de preguntas de la señora Cooper, pero no tenían otro remedio que responder si no querían recibir un parte de expulsión del colegio:
-Para humillar a Ciara y a Mohamed-respondió finalmente Will.
-¡Perfecto, entonces! La señorita Shapiro acaba de hablar con Julien, Zacharias y Marcus sobre su castigo, por tanto, ustedes se unirán a la partida. Diez libras cada hora por cabeza...entre ustedes y sus amigos pagarán el arreglo del técnico. Por favor, permítanme-se abrió paso entre Will y André, y abrió la puerta del aula con una copia de la llave de esta.
La señora Cooper se encontró a Vince, George y Joe. George y Joe estaban arreglando la impresora, mientras que Vince jugaba a la PSP. Cuando sus ojos se posaron en los ojos severos de la señora Cooper, él apagó la PSP y la guardó antes de que se la confiscara.
-Bien hecho, señor McCormack, muy bien hecho-lo felicitó la señora Cooper irónicamente-. Se merecen un premio: Usted y los señores Thomas y Anderson se unirán a la partida.
-¿Qué partida?-preguntó George.
-El premio al lío en que nos hemos metido-respondió Joe-. Por culpa de Dean, vamos a estar limpiando el colegio entero durante una semana. Diez dólares por cabeza para pagar el arreglo del técnico. Y no vamos a estar nosotros cinco, no: Van a unirse Marcus, Julien y Zacharias, de primer curso.
-Y el señor Webster también va a participar, estoy segura de que a él se le ha ocurrido cometer esta fechoría que dejará huella en cada uno de vuestros respectivos expedientes-dijo la directora en tono severo-. A él le dejará huella por habérsele ocurrido la idea; y a vosotros, por ser sus perros de caza y obedecerlo. El que no quiere ir de bueno, va de malo. Y los malos se merecen un castigo.
Melisa y yo ya habíamos encontrado a Ciara. Estaba en el gimnasio, haciendo movimientos de ballet.
-¡Aquí estás! ¡Llevamos buscándote por todo el colegio!-exclamó Melisa, indignada-. Queda menos de un minuto para que el recreo llegue a su fin, ¿y tú estás tan pancha en el gimnasio?
-Las panchas sois vosotras, no os importa nada más que vuestros intereses y actuáis como pasotas ante las cosas importantes-dijo Ciara.
-Estás llegando muy lejos-le dije-. Para tu información, hemos visto a la señorita Shapiro.
-¿Ha llegado?-preguntó Ciara.
-¡Claro! ¡Hace cinco minutos!-respondió Melisa.
-Pero lo más importante es que...-dije, dejando la frase en el aire.
-¿Qué? ¿Qué es lo más importante?-quiso saber Ciara.
Melisa y yo nos habíamos encontrado con Mohamed minutos antes:
-¡Mohamed!-exclamamos al unísono.
-¡Sssh!-nos ordenó que nos calláramos.
Yo le pregunté en voz más baja:
-¿Qué pasa?
-Voy a darle una sorpresa a vuestra amiga, no lo estropeéis-nos explicó.
Nos contó su plan en voz baja, y ahí fue cuando encontramos a Ciara en el gimnasio.
Entró Mohamed después de que Ciara hubiese preguntado qué era lo más importante. Ciara lo miró, perpleja:
-¡MOHAMEEEED!-exclamó.
-Sí, le he contado a la señorita Shapiro todo y ya ha hablado conmigo y con los matones, los ha castigado una semana limpiando el colegio entero-le explicó Mohamed a Ciara-. Para que veas que tienes que confiar más en la gente y darle más tiempo a que intente resolver sus problemas. A veces, reaccionamos como las plantas.
-Es verdad, siento mucho haberte presionado tanto-se disculpó Ciara-. Mil perdones. Temía que no supieras resolverlo tú solo...pero me has demostrado que eres un muchacho valiente. Y para que veas que confiar en los profesores no es malo-añadió guiñándole un ojo.
-Sí, tienes razón-dijo Mohamed-. Y no importa: Disculpas aceptadas.
Ciara se volvió hacia nosotras:
-Melisa, Ella, perdonad por lo de antes: Estaba muy mosqueada y demasiado preocupada por el estado de Mohamed: Temía que el remedio pudiera ser peor que la enfermedad.
-Desconfías demasiado, intenta confiar más-le dije.
-Procuraré intentarlo-dijo Ciara con una sonrisa amplia.
Melisa recibió entonces un SMS en su BlackBerry:
-Acabo de recibir un mensaje de Felicity-nos informó-. The Secret Door ha sido descubierto y la directora les ha castigado con los matones de primer curso a limpiar el instituto entero. Les darán diez libras por cada hora que lo limpien para pagar el arreglo del técnico. ¡Qué bien les ha caído!
-Ya te digo-dijo Ciara.
-Sí, los malos se merecen jarabe de palo-dije, con una sonrisa.
-¡Qué rima más buena!-dijo Mohamed.
El timbre sonó: El recreo había terminado, y con ello, nuestra aventura.
Ciara volvió a disculparse ante todas nosotras por haberse comportado de forma tan tonta, y prometió no volver a hacerlo, además de intentar confiar un poco más en la gente de fiar. The Secret Door, Marcus, Julien y Zacharias limpiaron el instituto entero durante una semana: Al entrar al insti, las aulas estaban limpias como los chorros de loro, pero a la salida quedaban más o menos como una cuadra, y tenían que volver a limpiarlo y ordenado todo bajo la supervisión de la señora Measly.
Lo que hemos aprendido en esta primera aventura es que ayudar está bien cuando uno lo necesita, pero no hay que ayudar en exceso, ya que podría molestar a la gente que quiere hacer y resolver las cosas por su cuenta, o en otros casos las personas pueden aprovecharse fácilmente y abusar, como Valerie con Jessica. En cuanto a Mohamed, ahora va más tranquilo y seguro a clase, e incluso puede almorzar tranquilo. Y en caso de que te ocurra algo como le pasó a él, coméntaselo a tus padres o profesores de inmediato. Ellos te ayudarán a tajar el asunto de inmediato. Decir NO al acoso escolar es plantarle cara al mismo.
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