jueves, 3 de noviembre de 2011

Historia de una adolescente: Capítulo 6-Las rosas nacen de las espinas

Hola a todos, ¿qué hay? Soy Melisa Vega, la hermana melliza de Felicity y amiga de Ciara, Alex, Sheila y Ella. Algo de lo más curioso es que las cosas buenas (rosas) provienen de las cosas malas (espinas). Eso es algo que siempre me ha interesado.

Todo empezó hace una semana. Ciara estaba mosqueada porque su jornada en el periódico no le ha ido muy bien.

-¡Es un asco, no lo aguanto!-se quejó en el recreo.

-¿Qué pasa, Ciara?-le preguntó Alex.

-¿¡Que qué pasa!? ¡Valerie se va a unir al periódico por petición de la señorita Bennett!-respondió Ciara de mal humor.

-Relájate y evita pretensiones, nos lo cuentas mientras te relajas, ¿de acuerdo?-le aconsejó Sheila.

La señorita Bennett, al igual que ningún profesor del colegio, tampoco sabía los daños que causaba Valerie a sus espaldas. Ni siquiera la directora ni los jefes de estudios lo sabían. Estaba claro que Valerie empleaba bien sus caretas de ángel.

-Ciara, tranquila, la señorita Bennett no sabe lo que hace Valerie a sus espaldas-la calmó Alex-. Si no, no le permitiría entrar en el periódico escolar.

-Tienes razón, pero tenemos que hacer que esta semana la pillen con las manos en la masa, llevamos dos años aguantándola en el Burton High-dijo Ciara-. Como se suele decir, a la tercera va la vencida.

-Para el carro, Ciara-intervine-. Te aconsejo que pienses antes de actuar y que vuelvas a sentar la cabeza. Si pretendes que pillen a Valerie sean cuales sean tus estrategias, te meterás en problemas, y si nosotras te acompañamos, nos meteremos también en problemas. Para evitar ese tipo de desastres, es mejor que el tiempo lo indique.

-Estoy de acuerdo con Melisa-dijo Felicity.

-Y yo-dijo Ella.

-Ya somos cuatro-respondieron Sheila y Alex al unísono.

Ciara nos miró y luego me miró a mí. Después dijo con sinceridad:

-Tienes toda la razón del mundo, por tanto yo también te apoyo. Perdonadme todas, pero es que estaba de un humor de perros.

-Sabemos cómo te sientes-le dije-. Si hubiésemos estado en tu lugar antes, seguro que nos crisparíamos, ¿verdad?

Todas asintieron. Yo continué:

-Pero es mejor que le dejes intervenir al tiempo y de momento soportar ese cargo.

-Lo intentaré llevar con paciencia-me prometió Ciara.

En ese momento llegó Valerie para machacarla más:

-Seguro que en cuanto esté aquí intentaré alcanzarte-le dijo-. Y algún día seré la directora del periódico y empezaré cambiando algunas cosas, entre ellas tu puesto. Empezaré despidiéndote, Ciara.

-¿No te estás adelantando demasiado, Valerie Vaca que ríe?-le pregunté. Así la llamábamos chistosamente porque su nombre termina en rie.

-La verdad es que no, porque en unas semanas seré directora del periódico, y con la señorita Bennett bajo mi control, podré hacer lo que a mí me dé la gana-respondió Valerie-. Y nadie me lo va a impedir.

-Lees demasiados tebeos o ves demasiadas películas de acción, Valerie, y deberías beber menos limonada con azúcar-bromeó Alex.

La verdad es que Alex tenía razón: Valerie se estaba comportando como los villanos de los tebeos o de las películas de acción.

-No soporto los tebeos y las películas de acción no son lo mío-dijo Valerie, molesta.

-¡VAAAAAALEEEERIIIIIIEEEEE!-la llamaron en ese instante.

Era una fan suya de primer curso, Annabella. Llevaba una foto suya en una mano y un rotulador permanente negro en el otro.

-¡Hola, Annabella!-la saludó Valerie, fingiendo amabilidad-. ¿Qué tal? ¿A qué has venido, pequeñina?

-Muy bien, gracias. ¿Pero no me ves con una foto tuya y con un rotu permanente?-respondió Annabella-. ¡Quiero que me firmes un autógrafo, porfi! ¿Podrías?-le preguntó.

Nos reímos por lo bajo, mirando a Valerie. ¿Cómo podía preguntar esas tonterías?

-Por supuesto, Annabella, encantada de firmarte y encantada de que seas bienvenida a mi clan de admiradores-respondió Valerie con voz melosa.

Annabella le dio la foto y el rotulador a Valerie, y ésta se lo firmó.

-Ya está-le dijo a Annabella.

-Muchísimas gracias-dijo Annabella-. Te admiro. ¡Eres fantástica! ¡Y esta foto es la que más me gusta de todas las tuyas! ¡Estás guapísima con este bolso de Louis Vuitton, con estas gafas de sol de RayBan y con ese conjunto de Pimkie! ¡Causas sensación!

-Lo sé-se limitó a responder Valerie-. Yo soy la chica 10 de todas las marcas. Por eso soy modelo y estoy a punto de convertirme en modelo internacional y en actriz. En junio me iré a rodar mi propia serie a Nueva York.

Por si no lo sabíais, Valerie es modelo, a punto de convertirse en modelo internacional y en una actriz que a saber qué reputación tendrá. Nosotras agradecimos lo que le dijo a Annabella, pero ella, sin saber que nosotras estábamos delante, se asustó un poco, por lo que Annabella le preguntó:

-¿Qué pasa? ¿Has visto un fantasma? No te preocupes, a mí también me dan miedo. Pero mi padre dice que no existen. Yo aun así tengo miedo por si acaso, pero no tengas miedo, yo te protegeré.

Nos volvimos a reír por lo bajo. A Valerie, en efecto, le molestó la pregunta de la chiquilla, y, creyendo que estaba de nuestra parte, se volvió fría con ella y la riñó gritando:

-Pequeña rata, no me gusta nada que seas fan mía sólo para reírte de mí, ¿queda claro? Soy de tercero de Secundaria, y no soporto que se rían de mí, sobre todo mocosillas como tú. A reírte, de un chiste, pero de mí no.

-¡No estaba de parte de nadie!-replicó Annabella-. ¡No eres nada justa, eres muy mala! ¡Ya verás en cuanto se lo diga al resto, o a todo el colegio! ¡Eres muy mala persona!

-A veces hay que ser cruel para ser buena-respondió Valerie.

Annabella le confiscó el rotulador permanente que Valerie tenía en la mano, rompió la foto firmada en cuatro trozos, la tiró a la papelera más cercana y, enfadada, se fue llorando.

-¡Eres una persona cruel, pobre Annabella!-le dijo Sheila a Valerie-. Es tan sólo una niña inocente. ¿Por qué eres tan mala?

-Una niña inocente, mirad quiénes hablan, Las Santas-se burló Valerie-. Supongo que habéis utilizado a Annabella sólo para que yo me cabree y para que la hiciera llorar, así luego quejarse a los profes y al equipo directivo de mí. ¡Se acabó mi perfección!

Entonces caímos en que aquello era un golpe de casualidad.

-No eres perfecta, Val, eres igual que el resto, una imperfección, lo perfecto sólo está en los sueños imaginarios-le dijo Ciara.

Mientras, la jovencita Annabella estaba en el lavabo de las chicas, llorando. Su hermana Isabella, que la había seguido, logró encontrarla en el primer lavabo y llamó a la puerta.

-¡Annie! ¿Qué te ha pasado?-le preguntó-. ¿Puedo entrar?

-¡No!-respondió Annabella.

-Dime lo que te ha pasado, por lo menos-le pidió Isabella.

-Es Valerie Guasch, es una rata de alcantarilla-le contó Annabella.

-Vamos, Valerie es amable, nunca haría daño a una mosca, yo soy fan suya y estoy en su club-la calmó Isabella-. Debiste de haber soñado despierta en clase de Historia.

-¡Fue ahora mismo, en el recreo! ¡Pero da igual, nadie me creerá!-replicó Annabella-. ¡Valerie Guasch es una bruja! Y lo he visto con mis propios ojos, yo nunca me invento nada.

-A veces pienso que estás un poco chalada, lees demasiados cuentos de hadas, a ver cuándo intentas madurar, hermana-le dijo Isabella-. ¡Chao!

La pobre Annabella siguió sufriendo mientras nosotras reflexionábamos y analizábamos la situación que Valerie había vivido antes.

-¡Un verdadero golpe de suerte!-exclamó Ciara-. ¡Jamás pude creerlo! ¡Valerie por fin va a ser descubierta! ¡Gracias, tiempo, por haberme socorrido!

-No te cuelgues las medallas todavía-la advertí-. No se sabe si las cosas van a mejorar o a empeorar a partir de esta situación.

Isabella se reunió en ese momento con sus amigas, Gigi y Nicole. Nosotras nos preguntamos de dónde había venido, así que Alex fue a sonsacarle algo, a pesar de tener malos dotes para la actuación era muy buena sonsacando información:

-Isabella, ¿de dónde vienes?

-¿A ti qué te importa?-le espetó ella. Isabella era totalmente opuesta a Annabella.

-Ya sé que no me debo meter en donde no me llaman, lo sé de sobra, pero no hace falta que me contestes mal, simplemente queríamos saber dónde se ha metido Annabella, tu hermana-respondió Alex-. Y, por si no sabes con quién estás tratando, estás ante una alumna de tercero de Secundaria, que puede ir a dirección ahora mismo y quejarse de tu descarado comportamiento.

-Como si me dieras miedo, no puedes quejarte porque ni siquiera me he metido contigo, fue al revés, y, por si quieres saber dónde está la friki de mi hermana, se ha metido en el cuarto de baño a llorar como un bebé, siempre supe que el instituto sería demasiado prematuro para ella-respondió Isabella, descaradamente-. Nunca estará a la altura de una alumna de Secundaria. ¡Hay que ver!-y explotó su globo de chicle que estaba mascando.

A Alex le pareció odiosa e insoportable. ¿Cómo podría tener Annabella, una dulce y buenísima persona, una hermana tan horrorosa, maleducada y descarada? Se reunió con nosotras en cuanto se alejó de Isabella y sus amigas.

-Es una Valerie en miniatura, igual de insoportable y odiosa-dijo.

-Me lo imaginaba-dije, con repugnancia-. No la soporto.

-Es de primero y aparenta ser de segundo-dijo Ciara.

-Es que repitió 6º cuando íbamos a primaria-dijo entonces una dulce voz.

¡Era Annabella! Tenía el rostro todo rojo de haber llorado.

-Perdonad a mi hermana, perdonad su insoportable comportamiento, siempre es así, no sé cómo la puedo aguantar, tal vez con paciencia-nos dijo.

-No importa, sabemos soportarlo porque Valerie Guasch va a nuestra clase y es igual de pedante y dominante que Isabella-dije. Entonces añadí-: Sin ánimo de ofender, claro.

-Tranquila-dijo Annabella.

Para colmo, los chicos llegaron a meterse con nosotras y Annabella:

-¡Mirad eso!-exclamó Dean, a punto de partirse de risa-. ¡Las inmaduras con la infantil!

-¡Qué tierno! ¿Qué pasa, alguien te ha hecho daño?-le dijo George a Annabella en tono de burla.

-Déjala en paz-la defendió Alex.

-Sí, piérdete-le dijo Felicity a George.

-Métete con alguien de tu tamaño, hermano-le dijo Ciara a George-. Annabella no te ha hecho nada y es muy injusto que...-pero George la interrumpió de malas maneras:

-¡Vale! ¡Ya me he enterado de lo que es justo y lo que no!

-En realidad, tiene razón-intervino Joe-. Es injusto que la tratéis así. No debemos meternos con los pequeños. Hay una norma de oro para todos por igual, que es: No hagas a alguien lo que no quieras que te hagan a ti.

Joe era el único capaz de sentar la cabeza, pero se sentía presionado por el resto de la descerebrada pandilla:

-Tú también perteneces a nuestro grupo-dijo Will-. Así que, por favor, no intentes defender al enemigo.

-Las discusiones de vuestro grupo no nos importan-dije con frialdad-. Así que, si queréis discutir entre vosotros, marchaos y dejadnos en paz.

-De acuerdo-dijo Dean, con una sonrisa burlona-. Nos marcharemos.

Pero aun así sabíamos que iban a atacar de nuevo en cualquier momento. La pequeña Annabella nos dijo:

-Bueno, tengo que irme a clase, si llego a tarde a Lengua me riñen. ¿Puedo estar con vosotras en el siguiente recreo?-preguntó.

-¡Claro que sí!-respondió Ciara.

Annabella sonrió: Estaba contenta. Entonces se despidió de nosotras y se marchó. Ciara consultó su reloj de pulsera y exclamó:

-¡Madre del amor hermoso! ¡Tenemos clase de Matemáticas y llegamos cinco minutos tarde! ¡La señorita Bennett detesta la falta de puntualidad y nos va a poner un parte para ir al aula de castigo!

-Vamos, no creo que por un día que lleguemos tarde nos vaya a poner un parte-dijo Alex con optimismo.

-No te fíes, Alex-dije.

La señorita Bennett es nuestra tutora, estricta, puntillosa y severa, y, aunque en el fondo no lo demuestre, simpática. No soporta la falta de puntualidad, los cuadernos llenos de tachones, los libros escritos a bolígrafo y las mesas y sillas escritas a bolígrafo o rayadas con tijeras. Cuando alguien llega tarde, a menudo lo echa (tampoco soporta que interrumpan en su clase), pero si es por otros asuntos (consultas médicas, hacer fotocopias, hacer un favor al profesorado del colegio, etc) lo deja pasar:

-¿Por qué llegáis tarde?-nos preguntó.

-Discúlpenos, señorita Bennett, nos hemos despistado-se disculpó Ciara en nuestro nombre.

Los chicos reían por lo bajo, y Val y Jessica sonreían maliciosamente. La señorita Bennett nos miró enfadada:

-Señorita Anderson, hemos acordado a principio de curso que nada de retrasos a no ser por consultas médicas, hacer favores a cualquier miembro del colegio, fotocopias y demás. ¿Han hecho ustedes algo de lo que acabo de mencionar?

Ciara negó con la cabeza, cabizbaja y con la mirada hacia los ojos enfadados de la señorita Bennett. Ésta sacó instantáneamente un parte y lo rellenó rápidamente. Después se lo entregó a Ciara y le dijo:

-Tengan, señorita Anderson, bajen al aula de castigo-dijo la señorita Bennett-. Cuando termine la hora vuelvan a subir, pero vayan directas a la sala de profesores, vamos a hablar sobre esto.

Estuvimos dentro de la horrible aula de castigo durante el resto de la hora, haciendo deberes de matemáticas bajo la supervisión de la señora Measly, una profesora aún más sargento que la señorita Bennett y que impartía clases de gimnasia a primer y segundo curso de ESO y Bachillerato.

-¡No es justo!-nos dijo Alex en voz baja-. ¡La mala suerte nos tiene hechas un lío!

-Señorita Scott, la he oído-dijo la señora Measly-. Pero no se piense que no la voy a castigar por esto, claro que la castigaré. Escribirá 100 veces "No debo hablar en el aula de castigo". ¡Empiece ahora! ¡Y no se va a ir de aquí hasta que termine y me enseñe las copias!

Alex comenzó a copiar a regañadientes la frase que le había ordenado copiar la señora Measly. Nosotras volvimos a la tarea antes de que ella también nos metiera en el ajo. Una vez que salimos del aula de castigo, Ciara dijo:

-Ahora tengo mi sesión de periodismo. ¡Espero que la señorita Bennett no me castigue! ¡La sesión de periodismo es mi favorita!

Así llamaba Ciara a su hora de optativa favorita: Sesión de periodismo.

-Ni esperemos que la señorita Bennett nos castigue al resto por un estúpido despiste-dijo Alex, que estaba hecha polvo después de las copias.

-Lo cierto es que se pasó de la raya-dijo Ella-. ¡Quién lo iba a decir!

-Pero al menos no es como la señora Measly, seamos optimistas-dijo Felicity.

-¡Gracias a Dios!-exclamó Sheila-. ¡Lo que tuvimos que aguantarla el año pasado fue una hazaña heroica! Si la señorita Bennett fuese como la señora Measly, no duraríamos ni diez minutos en sus clases.

Sí, Sheila tenía razón: Lo que habíamos tenido que aguantar a la señora Measly fue demasiado. ¡Encima fue nuestra tutora! Pero este año, por suerte, nos habíamos librado de ella.

-Pero lo peor ya ha pasado-dije-. ¡Es hora de vivir algo nuevo!

-Así, Melisa, ten optimismo y fe-me dijo Ciara.

La señorita Bennett, por suerte, nos había perdonado esta y prometimos no despistarnos más. Después nos separamos, porque Ciara tenía periodismo mientras nosotras teníamos francés. En un principio, habíamos elegido la misma optativa, pero Ciara venía los jueves porque los martes le tocaba periodismo.

-Valerie? Où est Valerie?-preguntó Josephine Poulain, nuestra profesora de francés.

-Elle est avec Ciara, madame Poulain-respondió Alex-. Dans journalisme.

-Oh, là, là! Bon, on va commencer la classe sans elle-dijo la señora Poulain.

Mientras tanto, en periodismo todo iba a peor:

-Ciara, he recibido una reclamación-le informó Blas, el supervisor del periódico.

-¿De quién, Blas?-preguntó Ciara.

-Se trata de Valerie, quiere que hagas unos cambios en el periódico-respondió Blas.

-¡Oh, Dios! ¡Yo lo que quiero es echarla!-replicó Ciara.

-Ya, y yo, no te creas que soy del bando de Valerie, ¡para nada!-dijo Blas-. Pero voy a ayudarte.

-Te lo agradezco, Blas, pero puedo con un peso tan fuerte como el de Valerie, gracias de todos modos-dijo Ciara.

Entonces llegó Valerie:

-Blas, eres un completo inútil-le dijo a Blas, como si fuera la directora del periódico-. ¿No sabes decirle a Ciara todo lo que quiero reclamar?

-Basta ya de criticar al equipo del periódico-lo defendió Ciara-. Aquí tenemos una serie de normas que todos deben cumplir, Valerie. Ahora que perteneces al periódico, no te vendría mal aprender las normas y ceñirte a ellas. Y si no te gustan, vuelve a francés con la señora Poulain, que te consiente hasta gritar. ¡Venga!

-Yo sólo quiero reclamar esto porque quiero el puesto de dirección, y soy capaz de convencer al señor Trick para que te eche-dijo Valerie-. ¡Pero aún no he acabado! Reclamo también los artículos que escribís: Son todos una birria, no van en torno a un personaje importante, y reclamo la actitud de mis compañeros de equipo hacia mí: El comportamiento de cada uno de ellos es nefasto.

-Será porque tú no eres amable con ellos y te comportas como si fueras una dictadora-dijo Ciara-. Como con el resto de la gente. ¿Y por qué te quejas de nuestros artículos? Ya procuro que sean lo más frescos y jugosos posible. ¿Y a qué te refieres con personajes importantes?

-A mí-respondió Valerie-. Quiero que el periódico gire en torno a mí en el próximo número: "Valerie Guasch, una chica 10".

-¿Te crees un personaje importante?-exclamó Ciara, a punto de reírse-. ¡No me hagas reír, Valerie! Y no está permitido el poner en el número entero artículos sobre un mismo personaje. ¡Sería aburridísimo y nuestras ventas caerían en picado! ¡La gente dejaría de comprarlo y mucho menos de leerlo!

-Como que es mi problema-dijo Valerie.

-¡Es también tu problema, porque también perteneces al equipo!-dijo Ciara-. Aquí tenemos una serie de normas que no se han de quebrantar. Y si quieres quebrantarlas, sal de esta aula.

-¡Ciara, Valerie, ¿qué pasa?!-exclamó el señor Trick de repente. El señor Trick era el profesor de periodismo y de tecnología del instituto.

-¡Señor Trick, Ciara no mejora mis reclamos!-respondió Valerie.

-¿Qué hay que mejorar? Tu carácter, únicamente-salió Blas en defensa de Ciara.

-Blas, no te metas en esto, y por favor, vuelve al trabajo-le ordenó el señor Trick.

El señor Trick llegó a la zona de Ciara, que hacía su esfuerzo por mantenerse serena con el señor Trick.

-Ciara, ¿qué ocurre? No eras así con ninguno de los empleados, y una de las normas es tratarlos bien y respetarlos. ¿Qué problemas tienes con Valerie?-le preguntó el señor Trick.

-Señor Trick, lamento decirle que con Valerie no simpatizo-respondió Ciara con sinceridad-. Ella siempre intenta comportarse como si fuera la ama de todo, y no es así. Y luego se queja de la actitud del resto del equipo. ¡Si es que nadie la aguanta!

-Basta ya de poner pegas al asunto, Ciara, no he recibido ninguna queja de ningún miembro del equipo, salvo tuyas últimamente por no querer admitir a Valerie-la riñó el señor Trick-. En un periódico se admite al que quiere tener el futuro como periodista. Y en este mundo hay que tratar con quienes nos caen bien y mal en el colegio y en el trabajo.

-Pero Valerie no quiere ser periodista-dijo Ciara-. Sólo quiere manejar el periódico a su manera para que en todos los números salgan cosas sobre ella y disminuir las ventas.

-Ciara, valió ya de mentir, sal de clase-le ordenó el señor Trick.

-Pero...pero...-replicó Ciara, pero el señor Trick le dijo:

-Nada de peros, te he dicho fuera de clase.-Luego se volvió a Valerie y le dijo con amabilidad-: Perdona a Ciara, Valerie, nunca era así hasta ahora. Ah, y ocupa el puesto de dirección, anda.

-Tal vez sean las hormonas, señor, andan botando por cualquier parte, ya sabe...-dijo Valerie, fingiendo ser comprensiva y haciéndole la pelota.

Ciara salió de clase a regañadientes, y se quedó mirando al pasillo mientras Valerie se sentaba en la silla y comenzaba a mandonear a diestro y siniestro. Fue entonces cuando Will, que iba de camino al baño de los chicos, se encontró con ella y le preguntó:

-¿Qué haces fuera de clase?

-Me echaron por culpa de la rata de Valerie-respondió ella.

-Bueno, no siempre gana el protagonista en una batalla-dijo Will-. A veces tienes que dejar que las cosas surjan y que tome mando el antagonista.

-¿Perdona? ¡Eso es de cobardes como vosotros!-exclamó Ciara-. ¡Y no pienso permitir que Valerie se salga con la suya y que el periódico caiga en picado por su culpa! ¡Y de no ser porque nadie sabe quién es realmente, a nadie le interesaría su vida, y mucho menos, ser su amiga!

-Ignoraba que fueras perseverante y valiente-dijo Will, con arrogancia-. ¡Hasta luego!

Terminó la hora de francés. Nosotras fuimos a buscar a Ciara para el segundo recreo al aula de informática, pero no estaba.

-Pero...¿dónde se ha metido?-preguntó Ella.

-Eso me pregunto yo también-dijo Felicity.

-A lo mejor ha salido-dije-. Iré a buscarla al patio por si acaso. Si no está en el aula de informática, tiene que estar en el patio.

-¡Esperad!-nos detuvo Alex, mientras observaba detenidamente a Valerie en el sitio de la directora hablando con el señor Trick-. Creo que ahí está el problema.

-¿Valerie? ¡Por favor, no me digáis que el señor Trick ha sustituido a una pieza tan valiosa e importante como Ciara por una birria como Valerie!-dijo Sheila.

-La verdad es que sí-dijo Ciara en tono apagado.

-No lo vamos a permitir-dijo Alex-. Lo que está haciendo Valerie...

-...ya da igual-terminó Ciara-. Las ventas del periódico ya no son mi problema. Estoy oficialmente expulsada del equipo por orden de Valerie. Pero seamos optimistas: Siempre y cuando hay otras posibilidades. Ya me da igual lo que Valerie haga con el periódico.

-Pero...¿nadie se ha molestado en apoyarte?-preguntó Sheila.

-Blas, pero el señor Trick denegó su ayuda porque cree que Valerie es mejor que yo para el puesto-respondió Ciara-. Pero ya lo tranquilicé para que no se molestara más en ayudarme, y se lo agradecí. Mis días como aprendiz de periodista han terminado.

-¡No puedes rendirte! ¡Tú misma nos lo dices siempre!-exclamó Alex.

-Cierto-dijo Ella-. Tú siempre nos dices cuando estamos depres que no hay que rendirse por nada, ni siquiera por conseguir nuestros sueños. ¡Hay que esforzarse! Y si hay un obstáculo que nos lo impida, hay que hacer algo al respecto.

-Hay un refrán que dice: Las rosas nacen de las espinas. De todo lo malo siempre nace algo bueno-añadí-. Seguro que, en cuanto solucionemos todos estos problemas, ¡quién sabe! Algo bueno nacerá.

-Estamos de acuerdo en ello-dijeron Felicity, Ella, Sheila y Alex al unísono.

-Admito que yo también, vale-dijo Ciara.

En ese momento llegó la directora, la señora Cooper. ¿Qué hacía allí? Normalmente era una mujer trabajadora, se pasaba el día en el despacho y muy pocas veces se reunía en la sala de profesores para tomar su café matutino en el recreo o para desplazarse hacia otras aulas. Pero en cuanto vimos que acompañaba a Annabella, nos quedamos sorprendidas.

-Buenos días, chicas-nos saludó la directora.

-Buenos días-respondimos todas.

Mientras la directora hablaba seriamente en el aula de informática con el señor Trick y con Valerie, Ciara le preguntó a Annabella:

-Annabella, ¿qué pasa?-preguntó.

-Es un regalo de agradecimiento por haberme defendido, fui a quejarme a la directora del comportamiento de Valerie y los desagradables chicos de vuestra clase, se han comportado muy mal con vosotras y conmigo-dijo Annabella-. Pero hice una excepción: Joe fue el único que no se metió conmigo.

-No tendrías por qué haberlo hecho-dijo Ciara-. En nuestro nombre te damos las gracias de corazón, Annabella.

-Yo también os doy las gracias por haberme defendido-dijo Annabella.

-No ha sido nada-dijo Ciara-. Sólo queremos ayudar a la gente infeliz y defender a la gente indefensa cuando lo necesitan.

-Lo mismo digo, no ha sido nada el regalo de agradecimiento, lo hice porque vosotras sois las mejores, de verdad, que vuestra amistad dure para siempre-dijo Annabella-. Deberían hacer un club de fans de vosotras. Tengo un montón de nombres en la cabeza que podrían encajar perfectamente con vosotras: Smiling Friends, Sunshine Eyelashes, Flashing Cameras...

-Gracias-dijo Ciara.

Entonces una idea me vino a la cabeza:

-Annabella, me has dado una idea-dije.

-¿De qué se trata?-preguntó Annabella.

-Nosotras seis somos un grupo, pero hasta ahora no teníamos nombre-le expliqué-. Ya que tú has dicho Smiling Friends, lo llamaremos así. ¿Qué os parece, chicas?

-Guay-respondió el resto al unísono.

-Annabella, como regalo de agradecimiento, si quieres, puedes unirte a nuestro grupo-dijo Ciara.

Annabella se lo pensó y respondió:

-Lo siento, desgraciadamente no puedo, porque, veréis, mi hermana Isabella es una chica muy celosa, y si a ella no le dan lo mismo que a mí, va a ser que os va a hacer la vida imposible por los celos, así que prefiero ahorraros molestias, porque bastante tenéis con Valerie Guasch... No os ofendáis, chicas, ¿pero podría ser en otra ocasión?

-Sí, por supuesto, nosotras estaremos encantadas de aceptarte-respondió Ciara.

-Y nunca nos ofendemos por nada, no somos unas mal tomadas-dijo Ella.

-Y si la boba de tu hermana se mete contigo, no le hagas ni caso, a no ser que sea algo grave, claro, ahí es cuando tienes que decírselo a tus padres (si es en casa) o profesores (si es en el colegio)-le aconsejó Felicity-. Te tiene celos. Tú vas a salir ganando, Annabella, no te rindas. ¡Pero tampoco se lo digas a Isabella, ¿eh?! Es una buena lección que le enseñará la naturaleza cuando crezca.

-Sí, ese es nuestro lema-dijo Alex-. No rendirse nunca.

-De acuerdo, no se lo diré. Y muchísimas gracias-dijo Annabella.

-De nada, para eso están las amigas-dijo Ciara.

-Entonces, aunque de momento no pueda pertenecer al grupo, ¿somos amigas?-preguntó Annabella.

-¡Claro! No tienes por qué ser de un grupo para ser amiga de alguien-respondió Ciara.

Annabella sonrió: Aquel fue el mejor día de su vida. ¡Por fin no iba a permanecer en compañía de su horrible hermana y de sus horribles amigas como perrito faldero! Ahora ya podía expresarse y abrirse más.

Todo terminó muy bien: En cuanto a Valerie y a los chicos (excepto Joe) recibieron un buen castigo: Permanecerían en el aula de castigo durante 2 semanas bajo la supervisión de la señora Measly; Ciara recuperó su puesto de directora del periódico escolar, y ningún profesor volvió a confiar en Valerie desde entonces. E Isabella también recibió su merecido: Sus padres la castigaron dos semanas sin salir con sus amigas por herir los sentimientos de su hermana.

¡Ah, por poco se me olvida contaros otro detalle! Creamos el grupo: Smiling Friends. ¡Y hablando de Smiling Friends...! ¿A que no sabéis una cosa? Annabella nos dio una sorpresa el lunes siguiente a la hora del recreo: ¡Había fundado un club de fans de nosotras!

-Bueno, ahora estamos en competencia con Valerie-comentó Ciara, sonrojada, el día de la sorpresa-. ¡Hay que ver!

-¡Qué más da! Total, tendrá menos posibilidades-dijo Annabella.

¡Pobrecita, estaba tan ilusionada! No quisimos herir sus sentimientos, por tanto decidimos dejar la situación como estaba: Un club de fans nuestro no será malo después de todo, ¿verdad?

Realmente, ser popular no es intentar tener los requisitos adecuados...No necesitas ningún tipo de revista que te diga cómo ser: Cada persona tiene su propio estilo y su propia "chispa" que la caracteriza. En mi opinión, ser popular no importa. Lo importante es ser uno mismo y quererse a uno mismo. ¡Eso sí que aporta bienestar!

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