jueves, 17 de noviembre de 2011

Historia de una adolescente: Capítulo 8-Cambios y complejos

CAPÍTULO CONTADO POR CIARA

Cada persona es como es, cada uno tenemos una identidad distinta: Todos tenemos nuestras diferencias. Si todas las personas fuésemos iguales, con los mismos gustos, mismos modos de vestir, etc, ¿sería todo divertido? Yo puedo responderos fácilmente a esto: No, por supuesto, y lógicamente, el mundo sería más que aburrido, más que un chiste sin gracia, más que una competición en la que no tienes un solo rival al que ganar.

Mi historia comenzó el viernes pasado, durante el desayuno. George y yo estábamos tirando de la caja de cereales para ver quién era el primero que podía echarlos en el cuenco:

-Aparta, deja a Hércules-dijo.

-No me rendiré tan fácilmente-dije-. Conseguiré la caja cueste lo que me cueste.

-¿Sabías que el uniforme de las chicas no va contigo? Yo que tú compraría uno de tío-dijo George-. Te veo ridícula con ese.

Ahí fue cuando me bloqueé y mi mente se quedó en blanco. George me arrebató la caja de cereales de las manos y los echó en el cuenco. Después colocó la caja sobre la mesa.

-¿Qué pasa, Robin Hood? Ahora ya no puedes robar a los chicos y dar a los pobres, ¿eh?-me dijo George.

No respondí. Me quedé más que bloqueada: Confusa. A decir verdad, nunca me había achantado ante ningún comentario fuera de contexto de mi hermanastro. Pero esta vez sí.

Mi madre entró alegremente a la cocina y preguntó, borrando su sonrisa de la cara al verme tan seria:

-¿Qué le pasa a Ciara?

-Creo que se ha olvidado de algo, Jane-le dijo a mi madre-. Ya sabes cómo se pone Ciara cuando se olvida de hacer algo tan importante para ella. Mejor dicho, cuando se olvida de hacer algo, porque para ella todo es importante, hasta la cosa más insignificante del planeta.

-George, no consiento para nada que te metas con Ciara-dijo mi madre-. Y no lo digo porque sea mi hija, no me interpretes mal, hay que defender a la persona que tiene razón, que en este caso es Ciara: Tu padre y yo ya sabemos de sobra que no os lleváis bien, pero por favor, no nos asustéis.

<<De tal palo, tal astilla>>, pensó George en aquel instante. Sabía que cuando ponía cara de ignorante era cuando pensaba eso. Del poco tiempo que lo conozco, me sé todas sus caras de memoria.

Recuperé el habla justo después de que le leyera el pensamiento:

-Eres un estúpido, ¿sabes?

-Me lo dices siempre que cumplo con mi deber, el chafaros la diversión-respondió George con arrogancia.

-Y un arrogante-añadí.

-Y tú una mandona, una listilla...Siempre le dices a la gente lo que tiene que hacer. No me extraña que tus amigas no te aguanten-dijo George.

Tocada y hundida ante otro comentario feo de George.

-Me voy al cuarto de baño-concluí la conversación.

Mi hermanastro sonrió socarronamente, de oreja a oreja.Yo lo fulminé con la mirada y subí al cuarto de baño a lavarme los dientes. Mientras me lavaba los dientes pensaba en mi hermana mayor, Cynthia: Este año terminaba la facultad de Medicina en Vancouver, era su último año allí. Al siguiente, tal y como nos contó en una de sus cartas, empezaría a trabajar en la zona de Glasgow para así estar un poco más cerca de nosotros. Cada día añoro los buenos momentos que pasábamos cuando mi padre y mi madre vivían unidos, mucho antes de que el destino los separara con los papeles del divorcio y mi madre replanteara la vida con otro hombre, mi padrastro Devon.

No esperé a George cuando bajé del cuarto de baño, cosa que le extrañó:

-¡Eh! ¿No me esperas?

-Hoy no, ya estoy cansada de ir contigo de camino a clase-respondí-. Además, tengo que hacer una cosa-dije, mientras le enseñaba la cartera.

-¿Qué cosa?-quiso saber George.

-Le debo dinero a Sheila-mentí-. El otro día le pedí prestados cincuenta céntimos para sacar de la maquinilla un chocolate caliente, y se lo voy a devolver.

Realmente, iba a ir a la peluquería a cambiarme el corte de pelo, pero George no debía saberlo.

En el instituto, las otras me esperaban impacientemente:

-¿Dónde se habrá metido Ciara?

-Igual George la ha adelantado por otro camino, aunque ella suele ser más puntual que él-respondió Alex.

-A lo mejor está enferma-dijo Sheila.

-Preguntémosle a George, sabrá algo-sugirió Felicity.

-Buena idea-comentó Ella.

Alex se acercó a George y le preguntó:

-¿Has visto a Ciara?

-¡Qué raro!-exclamó George-. ¡Creí que iba para clase por el otro camino! Hoy no fuimos por el mismo. Además, me ha dicho que le debía dinero a Sheila por un chocolate caliente.

-Ciara no me debe dinero-dijo Sheila-. Y... ¿de qué chocolate caliente nos hablas?

-Eso me dijo ella, a mí no me lo eches en cara-dijo George.

-Si no está aquí, ¿dónde puede estar?-preguntó Ella.

-Existen unos inventos muy útiles llamados teléfonos que sirven para averiguar dónde está esa persona-respondió George.

-Tranquilo, no te pases-lo calmó Melisa-. Nosotras no te hemos faltado ningún respeto.

George las ignoró y marchó. Melisa lo detuvo tirándolo de la camiseta.

-De ahí no te vas-le dijo Melisa-. No hasta que no nos pidas perdón.

-¿Estás de broma? ¡Ni muerto!-respondió George de mala manera.

-Déjalo, Melisa-le aconsejó Sheila, que detestaba profundamente las peleas-. Deja que reflexione.

Melisa decidió soltar a George. Éste se reunió con sus amigos y desapareció de nuestra vista.

Las chicas seguían preguntándose por qué no había venido, hasta que aparecí en la mitad del primer recreo con un nuevo corte de pelo (similar al de un chico) y el uniforme masculino del colegio, que se lo había cogido "prestado" a mi hermanastro.

-¿Quién es ese?-preguntó Ella.

-Parece más bien una chica, yo diría que a...-respondió Felicity, pero Melisa la interrumpió bruscamente:

-¡Es Ciara!

-¿Ciara? ¡Está irreconocible con ese estilo!-comentó Alex.

-¿Y ese no es el uniforme masculino?-preguntó Sheila.

-Se lo habrá cogido "prestado" de George, es su hermanastro-respondió Felicity.

Melisa se acercó a la nueva yo:

-¡Ciara! ¡Madre mía, ¿qué te has hecho?!-exclamó.

-Es muy fácil: Cambiar de look-respondí-. Y me siento satisfecha.

Realmente no me lo sentía, en aquel caso el remedio era peor que la propia enfermedad. Alex interrumpió mis pensamientos con:

-Ese cambio de look yo diría que es demasiado...¿masculino?

-Es que es así como soy-respondí-. Chica, pero con personalidad masculina.

-¿Personalidad masculina? Eres una chica fuerte y ágil física y mentalmente, Ciara, y eres muy femenina-dijo Felicity, que intentaba hacerme entrar en razón-. Pero ahora estás siendo una chica débil física y mentalmente.

-Esta personalidad me hace más fuerte de lo que piensas, mucho más-dije-. Más "fuerte y ágil físicamente", mucho más. Más que vuestras personalidades juntas.

De acuerdo, en ese momento no sabía de lo que estaba hablando. Me alejé con furia lejos de ellas. Sentí una rabia e histeria propia de mí, pero no un comportamiento propio de mí: Sentía que me dejaba dominar por el lado oscuro de mi personalidad, y sólo de pensarlo me agobiaba mucho más todavía. Entré en el baño de las chicas para desahogarme, pero fui descubierta por Valerie y Jessica:

-¡Mira qué corte de pelo! ¿Y eso no es el uniforme masculino?-le dijo Valerie a Jessica.

-Sí, es el uniforme masculino-respondió Jessica.

-Ahora que lo pienso, Valaria la malaria-le dije a Valerie-, ¿qué haces tú en el baño? Siempre andas vagabundeando todos los días por ahí. Da la sensación de que parece tu habitación.

-Ciara, las actrices tienen un camerino propio con su asesora de maquillaje y sus cosas para salir a lucirse-dijo Valerie-. Y en este caso, mi asesora es Jess. ¿O es que no lo has visto en el reality show "Actrices Felices"? Las actrices más famosas lo tienen en ese reality, y en el camerino confiesan los secretos para lucir ante las cámaras y los escenarios. Yo tengo que prepararme bien si en junio quiero irme a Estados Unidos a rodar mi serie. Y esto digamos que se trata de un ensayo.

-Ves demasiada ficción, Valerie-dije-. No me extraña que estés tan loca.

-Y creo que tú también estás volviéndote loca-comentó Valerie para contraatacar-. ¿A qué chica se le ocurre vestir de chico como cambio de look?

-Yo creo que a nadie-la apoyó Jessica-. Nunca en mi vida he conocido a nadie que haya querido vestir de chico como nuevo estilo. Pero ahí cada uno, como uno elija.

Tengo que admitir, aunque odie admitirlo, que Valerie y Jessica fueron listas en aquel sentido.

-Vale, gracias por vuestra opinión-dije, de mala gana, y me cerré en el baño.


Los chicos habían espiado la escena, cosa que ninguna de nosotras habíamos esperado. Dean le preguntó a George:

-Colega, ¿qué has hecho para que Ciara se ponga tan... melancólica?

-Simplemente, mentiras-respondió mi hermanastro. Siempre tan cretino, siempre quiere quedar bien de forma sucia y rastrera, algo que no me gusta en absoluto.

-¿Mentiras? ¿Qué clase de mentiras?-preguntó Vince.

-Suele comportarse igual que un chico, pero ahora está comportándose como una niñita-respondió George, a la vez que se reía.

-¡Cómo me río!-se rió Will-. ¡La verdad es que tu hermanastra se comporta igual que un chico!

-¡Je, je, je!-se rieron André y Joe.

-Pero ahora es Caperucita asustada por el lobo-dijo George-. En eso no cabe duda.

-¡Dulce y gran venganza para The Secret Door! Te felicito, George-lo felicitó Dean, dándole unas palmaditas en la espalda a George.

-Gracias, muchas gracias-dijo George-. No ha sido para tanto.

-Esta tarde lo celebraremos en mi casa-propuso Dean-. Te nombro "co-compinche" predilecto.

Alex, que en aquel momento le habían pedido hacer un recado en aquel momento, se enteró de la situación e informó a las otras cuando terminó el recreo:

-Ya sé por qué Ciara está tan rara-dijo.

-¿Has supuesto el por qué o has investigado?-preguntó Melisa.

-He investigado por casualidad-le explicó Alex-: Ciara está así porque George debió decirle alguna tontería que la afectó.

-Propio de George ser tan estúpido, pero impropio de Ciara tragarse esas cosas-dijo Ella.

-Sí, muy impropio-dijo Sheila.

-Iremos a hablar con Ciara, no queremos que, por culpa de una tontería de un cretino como George, quede...así-dijo Melisa, con cara de asco-. Me gusta más Ciara por cómo es ella: Desenvuelta, resuelta, madura, inteligente, ágil para las mates aunque no le gusten demasiado...nos conocimos en Primaria y he aprendido mucho de ella. Puede que sea mandona, vale, y le cueste reconocer sus errores, pero todos tenemos defectos aquí: Nadie es perfecto.

-¡Así se habla!-le dijo Felicity.

-Gracias, rolli-dijo Melisa. Así es como se llaman cariñosamente.

-Ahora vamos a ir a buscarla para hablar con ella y hacerla entrar en razón-dijo Melisa, con tono de sargento.

-¡A sus órdenes!-dijeron Felicity, Ella, Sheila y Alex animadamente y al unísono.

Yo ya había salido del baño. Me encontré con la señorita Bennett cuando salí al fresco para dar tumbos:

-¿Ciara?-trató de adivinar.

-Sí, señorita Bennett-respondí.

-¿Qué pasa, estás enfadada con tus amigas? Normalmente sueles andar con ellas-me preguntó-. ¿Y por qué te has ausentado a clase las dos primeras horas?

-No estoy enfadada con ellas. Y es complicado para explicar-respondí.

-No se tratará de cambiar de aspecto, ¿verdad?-intentó adivinar la señorita Bennett.

-¡No, por supuesto que no! ¡He cambiado de aspecto por gusto! ¡Mira qué bien me siento!-dije, fingiendo sorpresa, pero la señorita Bennett, como era de esperar, no picó en el anzuelo:

-Ciara, en primer lugar eso que llevas puesto es el uniforme masculino. ¿Qué te has hecho a ti misma? Puedes contármelo.

-Vale-confesé-. Como sabe, George es mi hermanastro desde hace poco, y no es que nos llevemos precisamente bien. Más bien al contrario. Bueno, pues esta mañana nos estuvimos peleando durante el desayuno, como todas las mañanas. Y George fue a soltarme comentarios feos: "Te sentaría bien el uniforme masculino", "el corte de pelo te sienta fatal", "eres masculina"...cosas así similares a estas que acabo de mencionar. Entonces fui a la peluquería para cambiarme el corte y después fui hasta casa a cambiarme de uniforme, y usé este. Finalmente, fui al colegio y ahora me siento peor que cuando George me insultó. ¡Por favor, no me delate! Estoy pasando por un mal momento.

-Tranquila, no te delataré. Y comprendo tu mal momento: Esta es una edad de creerse lo que la gente dice, de hacer lo que dicen los demás. Pero tú tienes que ser tú misma, no tienes que dejarte caer por los consejos bobos de tu hermanastro. ¡Que se mire él al espejo! Tú eres una chica muy guapa, te sienta bien toda la ropa que llevas: En cuanto a personalidad, eres inteligente, con capacidad de liderazgo, sensible, comprensiva, madura, trabajadora, simpática... George también es inteligente, pero sin embargo no es tan trabajador como tú. Creo que podría dar más de sí y aprender de ti. No te avergüences de ti misma tanto externa como mentalmente. Tienes unas virtudes y unos defectos, al igual que el resto: Nadie es perfecto. Imagínate si todas las personas del mundo fuesen iguales. ¿Tendría el mundo un sentido divertido? ¡Por supuesto que no!

Sonreí. Aquella vez pensé que era la primera vez que la señorita Bennett me tuteaba, pero no me importó. Entonces fue cuando entré en razón, volví a ser yo misma y daba por hecho de que me había curado de aquella horrible "enfermedad".

-Gracias, señorita Bennett-dije-. Se lo agradezco.

-De nada, para eso estamos los profesores-me dijo la señorita Bennett-. Pero a la próxima vez haga el favor de no faltar a clase, ¿vale, Ciara?

-Prometido-le juré.

Llegaron Felicity, Melisa, Sheila, Ella y Alex.

-¡Madre mía!-exclamó Ella a voz de grito, sin darse cuenta de la presencia de la señorita Bennett, que odiaba profundamente los gritos. Cuando vio a la señorita Bennett, se calló de golpe. Melisa, Sheila y Alex se rieron.

Felicity se acercó a mí con una sonrisa.

-¿Has vuelto en ti?-me preguntó.

-Sí, he vuelto en mí, sólo he de cambiarme el corte de pelo otra vez y quitarme esta ropa-respondí-. Entonces vuelvo oficialmente a ser yo misma.

-¡Creía que no ibas a volver, nos habías decepcionado!-dijo Felicity, y nos abrazamos.

Las otras se reunieron y nos dimos un abrazo de grupo. La señorita Bennett contempló la escena, pero a ninguna nos dio importancia.

-Hay que pensar una venganza para los chicos-dijo Alex-. Pero... ¿cuál?

-Enfrentarse cara a cara con ellos es dar la cara por ti mismo-respondí con ánimo-. ¡Al ataque!

Parecíamos niñas pequeñas jugando a batallitas, parecía entonces que nuestro espíritu infantil revivía y se reencarnaba en nuestros cuerpos. Era una sensación inolvidable, llena de recuerdos y emotiva, aunque también vital.

Los chicos estaban hablando de videojuegos, cuando yo intervine:

-¿Perdonad? ¿Interrumpimos algo?

-Nuestra conversación de videojuegos, lógicamente-respondió Vince.

-Justo lo que pretendíamos-dijo Felicity.

-¿A qué os referís?-quiso saber Dean, que comenzaba a inquietarse. Quien ríe el último, ríe el mejor.

-Yo no soy una chica masculina-me defendí-. Yo soy yo, una única identidad: Ciara Anderson, de tercero de Secundaria, estudiante en el Burton High de Manchester. Soy una persona, al igual que el resto, con sus virtudes y defectos, y nada ni nadie va a permitir cambiarme a mí como persona que soy. Ni a mí, ni a mis amigas, ni a ningún ser querido para mí. ¿Queda claro?-añadí-. Pues si no queréis sufrir vosotros, no hagáis sufrir a los demás con lo que no os gustaría sufrir.

-¡Guau!-exclamaron Felicity y Ella al unísono.

-Esto es un timo, no pensé que pudiera volver a recuperarse, y para colmo, horas antes de lo que se suponía que iba a suceder: Celebrar nuestra venganza y tu hazaña-le dijo Dean a George-. Las chicas nos han vuelto a ganar otra vez. Marchémonos. Por cierto, ya no eres mi "co-compinche" predilecto-le dijo a George.

Les abrimos paso a los chicos que, derrotados, se fueron angustiados. Nosotras hicimos un choque de cinco. ¡Victoria para nosotras otra vez!

Así fue cómo aprendí a no dejarme caer por los consejos tontos de mi hermanastro, ni de ninguna otra persona. Si alguien intenta haceros lo que George me hizo a mí, lo mejor es que paséis de ello y que os sintáis a gusto con vosotros mismos, no hagáis como yo hice. Una norma fundamental para tener la moral alta es estar contento y sentirse a gusto con uno mismo.

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